A veces pienso que los viejos rockeros nunca mueren


Hay veces que las simbologias aparecen por cualquier motivo y en cualquier lugar, a pesar que el motivo de su aparición no te diga nada o no suponga nada en tu vida, pero las cosas son así y surgen.
Nada me dice el fútbol, pero sí me sugiere Liverpool. No estoy en Dallas pero si lo está mi hijo. Son dos ciudades que me sugieren diferentes cosas y que suponen una serie de recuerdos de esa historia vivida por mí, mis circunstancias, mis amigos, mis conocidos y que estos, junto a otros hechos, ciudades, personas y demás, han configurado lo que soy, lo que siento, lo que no me gusta, lo que amo y, como no, me han hecho llenar esta mochila viajera que es la vida.

Indudablemente “veo la senda que nunca voy a volver a pisar”, pero si puedo ver que ese camino ha valido la pena pisarlo y que, además, aún tengo intención de hacerlo más largo, más completo, más hermoso y que concluya en ese punto del universo que todos tenemos fijado y que deseo tenga, al menos, buenas vistas y gente conocida para poder continuar por la misma senda.

Digo pues que esas dos ciudades me traen recuerdos a la memoria como también me los puedan traer otras grandes ciudades como París y su mayo del 68, confieso que no estuve; Berlín con su caída del Muro y el gran concierto de Pink Floyd; pero hay, también, otras muchas más pequeñas poblaciones  que forman parte de ese apartado visual que está retenido en mi retina y en ese álbum de recuerdos ubicado en el interior de mi cerebro, todavía sin ser visitado, afortunadamente, por esa goma de borrar alemana que elimina datos, fechas, hechos y personas y que nos lleva a ese pozo profundo de la desmemoria.

Pues eso, que a veces afloran momentos a mi mente que me producen estar más sensible. Liverpool por los Beatles y Dallas por el asesinato de JFK, mitificado presidente asesinado en esta ciudad norteamericana allá por 1963. Eso pues, que ciertos momentos te unen situaciones, ciudades, personas, hechos, amigos o conocidos y que aparecen y desaparecen en estos pensamientos libres que son los míos.

A veces creo que ya van siendo las historias del “abuelo cebolleta”, pero no por ello deja de ser parte de una jornada continuada que ya lleva más de seis décadas en la carretera sin dejar de pensar que los viejos rockeros nunca mueren.

P.D. Por cierto gracias a todos por las felicitaciones.



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