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Mostrando entradas de noviembre, 2018

Quizá por eso me emocioné

A veces, hasta la televisión tiene cosas buenas. De vez en cuando, una serie, una película o un reportaje te conmueve, te hace revivir sensaciones, recordar experiencias, momentos de tu vida más o menos trascendentes, más o menos intranscendentes o más o menos escasos o llenos de interés pero, que de una forma u otra forma son parte de esa mochila que la vida ha ido cargando y que, a cierta edad, la tienes relativamente llena. Anoche me ocurrió una de esas cosas. Me encontré sensible. Por mi mente pasaron un sinfín de cosas hechas y otras que, aún, están por hacer. Podríamos decir que tuve un “revival” personal ante una situación vivida en esa pequeña pantalla, de más o menos pulgadas, que en el día a día nos trae la desolación de un mundo caótico en medio de débiles luces de esperanza. Recordé y me acordé de muchas cosas y casos.   De algunas personas que han formado o forman parte de mi vida. De momentos buenos y malos míos o de los míos, y un sinfín de cosas buenas y menos

Reuniones si, pero más eficaces

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Últimamente estoy asistiendo, por diferentes motivos, a una serie de reuniones en las que se habla mucho y se resuelve poco; largas reuniones durante las que se diserta en abundancia con escaso provecho y efectividad y me ha venido a la cabeza colgar en mi blog una serie de consejos de unos de esos cursos a los que asistí de Dale Carnegie hace unos años y que editó un manual para hacer más efectivas las reuniones, por parte de quienes las dirigían y del público en general, en el momento de preguntar. Sin ninguna pretensión y con el objetivo de mejorar las reuniones ahí van esos consejos.

No me sean Rufianes, por favor.

Hace un   tiempo, quienes peinamos canas y algunos que ni eso, pedíamos a gritos la renovación del panorama político y, algunos, modificaban la palabra renovación por la de rejuvenecimiento como si en ello fuera a cambiar el saber estar y hacer de quienes nos gobiernan. Pasaron unas elecciones y otras y tras el 15M entraron en la Carrera de San Jerónimo esos nuevos vientos que demandábamos. Gente joven a la que considerábamos preparados. Gente no tan joven a la que creíamos que tenían ganas de hacer cosas nuevas por unos y por otros. Pensábamos que el futuro mejoraría tras echar a los corruptos de sus puestos de responsabilidad y así, un largo sinfín de cosas que pasarían para mejorar nuestro sistema y, por ende, la propia humanidad tras hacerse notar en los pueblos y ciudades más o menos pequeños o más o menos grandes. Soy de quienes piensan que “Nunca” cualquier tiempo pasado fue mejor y de quienes mantengo la esperanza en el futuro. Pero, antes de que llegue el futuro, rev

En fin, eso, que me duele, pero en eso se queda

A veces me duele describir alguna panorámica de lo que ocurre a mi, nuestro, alrededor que no es otra cosa que lo que acontece en las calles de mi ciudad por la que discurren mis pasos y los de mis convecinos y, algunos, amigos y ver lo que hay, lo que no hay, lo que podría haber y lo que por negligencia, incapacidad o ineptitud hay cerrado y, a pesar de lo que digan, con escasas posibilidades de que se abra o se reabran sus puertas. Nada me gustaría más que equivocarme y que, en nada, el edificio que alberga lo que debería ser el “Museu de la Taronja” estuviera ocupado por vecinos de la población que se acercan a conocer un poco de su historia; me encantaría que los colegiales se dieran cuenta de la importancia que un día tuvo, “la fruita daurada”, para su población; me agradaría que grupos de excursionistas pudieran comprobar como, la nuestra, es una ciudad que se siente orgullosa de su historia y de su patrimonio. En definitiva, me gustaría que el “Museu de la Taronja” est

Los ciudadanos queremos, simplemente, la verdad. Sin mentiras.

Leo algunas noticias de quienes debería ofrecernos información cierta y verídica que no se atienen a la realidad y que, algunos, a través de mentiras a medias, verdades sin certificar o noticias mal intencionadas quieren conseguir un rédito que no les correspondería si anteponen la verdad a la noticia que difunden, intencionadamente, con mala fe. Y digo esto porque en la nuestra, esta ciudad que nos acoge a todos por igual, hay demasiadas noticias lanzadas al aire sin la debida comprobación y que únicamente tienen como objetivo “lanzar mierda”, nunca mejor dicho en el momento actual, sobre el tejado de un equipo de gobierno que nada tiene que ver. Es como lanzar una plaga bíblica de mosquitos sobre quien, apenas tiene capacidad para combatirla; es como querer ensuciar la imagen de una alcaldesa a la que siempre pillan trabajando y apenas tiene tiempo de contestar las sandeces de una oposición desacreditada por sus muchos e improductivos años al frente de esta misma ciudad que

Hace falta un cronista para que exista un relato de ciudad

A veces, leo escritos de esos doctores “honoris causa” que existen en algunas poblaciones y que hablan sobre los orígenes de ciertas sociedades, lenguas, tradiciones y otros menesteres que ocupan y preocupan a muchos ciudadanos, sin irles la vida en ello y sin tener mucho que decir sobre esos mismos temas de los que hablan o escriben al no ser su especialidad. Y digo esto, porque en algunos casos, falta el relato, el discurso, en definitiva, la verdad auténtica que sea o esté escrita por persona “docta” que sirva para fijar en la historia de una población o ciudad el día a día de la crónica del lugar, algo así como el discurso oficial que fije en las crónicas el discurrir diario de la vida, monótona, o no, de un vecindario agolpado alrededor de un núcleo que se llama ciudad y esa podría ser la nuestra, Burriana. Pero no, Burriana no tiene ese cronista que hable y escriba de lo que sucede en ella. No lo tiene porque nadie se ha preocupado nunca de que existiera, muy a pesar de