No me sean Rufianes, por favor.
Hace un tiempo, quienes peinamos canas y algunos que
ni eso, pedíamos a gritos la renovación del panorama político y, algunos,
modificaban la palabra renovación por la de rejuvenecimiento como si en ello
fuera a cambiar el saber estar y hacer de quienes nos gobiernan.
Pasaron unas
elecciones y otras y tras el 15M entraron en la Carrera de San Jerónimo esos
nuevos vientos que demandábamos. Gente joven a la que considerábamos
preparados. Gente no tan joven a la que creíamos que tenían ganas de hacer
cosas nuevas por unos y por otros. Pensábamos que el futuro mejoraría tras
echar a los corruptos de sus puestos de responsabilidad y así, un largo sinfín
de cosas que pasarían para mejorar nuestro sistema y, por ende, la propia
humanidad tras hacerse notar en los pueblos y ciudades más o menos pequeños o
más o menos grandes.
Soy de quienes piensan
que “Nunca” cualquier tiempo pasado fue mejor y de quienes mantengo la
esperanza en el futuro. Pero, antes de que llegue el futuro, reviso lo que
tengo tras esos cambios experimentados y me encuentro una clase política, me da
lo mismo que sea o no casta, llena de indecentes políticos aupados al hemiciclo
de la palabra insultando a quienes, con más experiencia y muchas veces mejor
voluntad, han trabajado con honradez por hacer un país mejor.
Veo maleducados en
pie levantando sus brazos y haciendo gestos indebidos cuando el orador de turno
no les gusta; otros que insinúan tirarle un escupitajo a otro miembro como si
lo del esputo entrara, también, en el sueldo, alegando luego que simplemente
han dicho ¡Puff!.
Que pena. Y para eso
hemos intentado mejorar la democracia. Hay veces que pienso que no sé si ha
valido la pena que unos llegaran al poder y que los otros les relevaran apoyándose
en unos terceros, otras ideas y planteamientos, que lo único que pretendían era
conseguir beneficios económicos para, con ellos, romper el sistema. Se acuerdan
de aquel refrán que dice aquello de “virgencita, virgencita que me quede como
estoy”, pues eso que a veces es mejor y eso que dicen que es una generación
mucho mejor preparada que la anterior.
Es una pena que este
imperfecto sistema tenga esos malévolos personajes que, algunos de ellos hacen
honor a su nombre. No me sean Rufianes, por favor.
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