¡Difícil me lo fiais amigo Sancho!
Dentro de poco, hará
mucho tiempo que no he visto a mucha gente. En escasos días habrá pasado el
tiempo sin que pueda repetir la vieja rutina para continuar haciendo la nueva
rutina que no es otra que la de estar en casa. En tres semanas, supongo, pasará
el tiempo en que más televisión he consumido, menos he pisado la calle, más he
utilizado las redes, menos he pululado de un lado a otro y en, creo, tres
semanas podré volver a la normalidad.
Durante este tiempo
que permanezco entre las paredes de mi piso, en compañía de mi mujer, más
tiempo del que habíamos compartido nunca en la vida sin salir de casa, he
pensado en muchas cosas, sobre todo las que, de momento, hemos perdido y de
entre todas ellas destaca la de la libertad que, en definitiva, te priva de
hacer el resto de las cosas que deseamos.
Pues sí, si perdemos
la libertad perdemos la esencia de nuestro ser para ser otra cosa que nos
equipar, nuevamente, a todos y que nos lleva a tener ese denominador común que
es el confinamiento aunque cada uno lo vivirá a su manera dependiendo de las
características personales que esté viviendo en ese momento.
Si vives solo, es un
plan. Si tienes pareja es otro. Pero si tienes niños es la “repera limonera”.
Para muchos padres esta experiencia les va servir para darse cuenta de lo
bonito que es criar a unos hijos y disfrutar de ellos, aunque para esto último,
lo del disfrutar de ellos, no sea, tal vez, el mejor momento.
Estamos viviendo
tiempos difíciles, nada favorables a la progresión continua de la economía que
nos estaba permitiendo salir de crisis del 2008. Estamos asistiendo al primer
gran problema global que se nos ha planteado y, a grandes rasgos, estamos
suspendiendo todos los países en la capacidad de reacción. Vamos a pasar unos
complicados tiempos que nos han presentado problemas nuevos a situaciones
viejas que no se solucionan con individualismos y menos en la actualidad, dado
que si no salimos todos del hoyo, no va a poder salir nadie.
Estamos asistiendo al
declive de los provincianismos para llegar a la aldea global y si quienes nos
gobiernan y quienes les votamos nos nos damos cuenta de forma conjunta,
¡difícil me lo fiais amigo Sancho!
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