Negociadores y resultados


A vueltas de lo ocurrido con algunos pactos municipales o autonómicos que se han dado, se están dando y que pueden darse, me viene a la memoria una película varias veces versionada y con diferentes protagonistas, todos ellos de alto nivel, que lleva por título “El negociador” y que le han puesto cara personajes como Samuel L. Jackson o el propio Eddie Murphie.
Y digo ello porque me he dado cuenta que “negociar” es un arte, es el arte de vender o comprar el producto que uno de los dos quiere a un coste que le interesa a uno de ellos y procurando que ninguna de las partes salga perjudicada o al menos, alguno, no se dé cuenta de que ha salido perjudicado.
Eso ha pasado en algún caso, pero en otros ha ocurrido que ninguna de las dos partes ha salido perjudicada y ello me temo que ha pasado, o está pasando, en más de una ocasión y sus frutos los veremos de forma más o menos inmediata en un futuro cercano, para bien de unos u otros y, probablemente, mal para otros, los ciudadanos.

Las películas, con diferentes temáticas, se adentran en los sentimientos de las personas afectadas, en las situaciones específicas de cada film y transmite a través de diversas situaciones y frustraciones padecidas a lo largo de la vida de los implicados, especialmente de una parte de ellas que, normalmente, es la que cede para que la situación no acabe en tragedia.
Es de alabar el que se haya llegado a acuerdos aunque si se analizan, en algunos casos los resultados, se ve claramente, que ha habido unos perjudicados y unos beneficiados; unos que han tenido que ceder mucho y otros que han obtenido exceso de beneficio; hay quien tiene mucho trabajo y otros que no trabajarán mucho, pero ello es una muestra de los objetivos previstos inicialmente y de los obtenidos al final.

No veo, en algunos pactos, reparto de trabajos ecuánimes; veo interés en figurar en algunos y exceso de carga y de responsabilidades para otros. Creo que hay unas responsabilidades que podríamos decir son de “letras” y otras de “ciencias” y algunos se han cogido las que tienen menos labores y más lucimiento y a otros les quedan las del curro, las malas caras, la dureza de la gestión y otras tareas diversas menos agradables y vistosas.
Es por ello que el negociador es muy importante y me da la impresión que algunas partes los han tenido flojos y con objetivos, supongo, poco fijados, tras los resultados producidos, pero en fin tras largas sesiones de conversaciones, en las que algunas son poco más que una perdida de tiempo el final es el que ha sido y si todos parecen contentos, no es porque lo estén, sino porque tienen que parecerlo para que la ciudadanía así lo crea. Otra cosa es la realidad y espero que esas apariencias duren, al menos, cuatro años.

Por cierto, de cara al futuro recomendaría ver la película y leer los consejos de Dale Carnegie para que las reuniones sean breves, concretas y fructíferas.

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