Dias de gracia y no de "gracias"
No es lo mismo “cien
días de gracia” que “cien días de gracias”, ello a pesar de que apenas llevamos
diez jornadas desde que los flamantes concejales de los más de ocho mil
ayuntamientos de esta geografía nuestra llamada España hayan tomado posesión de
sus cargos y, algunos, lo que están haciendo es llenarnos de “gracias” por
doquier y no de efectividad laboral municipal, que es lo que debieran.
Aupados en “cambios”
“rutas del cambio”, “+cambio” y no se si a estas alturas ya también “recambio”,
se pasan el día cambiando, pero eso sí, cuadros de lugar, muebles de sitio,
cambian alfombras por no se qué y hasta despachos de lugar, todo ello en aras
de una modernidad mal entendida con tal de no hacer olor a nada de lo que había
antes.
Sin embargo, no
obstante, a pesar de …. Dentro de nada nos daremos cuenta que los cambios de
funcionamiento serán, más bien, pocos y si no se enteran pronto se los comerán
por todos los lados, el funcionamiento de la administración pública es el que
es y no hay más leña que la que arde y los únicos que triunfarán serán aquellos
que tengan paciencia, no corran por correr y asimilen la constancia como una
forma de trabajo.
Aquellos a los que
les sonreirá la suerte serán quienes asimilen el sistema. Las promesas sin
final, aunque con sentido, no suelen llegar a ningún lado y si no que se lo
pregunten a los alcaldes griegos o a su propio gobierno. Las revoluciones del
siglo XIX han cambiado las tomas de “bastillas” por nuevos sistemas de
financiación y de producción; han pasado de tener unas prioridades a otras,
aunque como siempre, a lo largo de la historia, ha sido la “necesidad” la que
ha propiciado esos cambios bruscos, que aunque no nos demos cuenta, son los
parecidos a los que vivimos en la actualidad.
Y como en los cambios
históricos, algunos o muchos de quienes los propician han sido subvencionados
por el régimen a derrocar, han sido como un caballo de Troya dentro de
cualquier sistema, la pena es que en ciertas ocasiones los revolucionarios, con
posterioridad, han traicionado al pueblo asentándose cómodamente en los mismos
defectos que sus antecesores.
Hasta la fecha están
contando con días de “gracia”, a pesar que algunos los están llenando de
“gracias” improductivas que únicamente sirven para ocupar hojas de periódicos,
minutos en las ondas y muchas horas en algunas pantallas que se han convertido
en los escaparates promocionales de algunas marcas políticas que pregonan,
incluso, la desaparición de los medios de comunicación privados y el control
férreo de los públicos.
En fin, de los cien
días de gracias, ya sólo quedan noventa y espero que lo que nos queda hasta ese
momento sean diferentes, no nos hagan tantas gracias y que los ciudadanos
podamos ver su efectividad.
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