Ciruelos, tomates y pepinos

 Querida Isabel. Efectivamente y, suele pasarme casi todos los años, con la llegada del calor me “aplatano” un poco y me bajan las ganas de escribir, pero al recordármelo en el el encuentro que tuvimos me animé yo mismo y aquí estoy escribiendo que, aún sin saber mucho lo que voy a escribir si que tengo claro que lo voy a hacer del verano, o mejor dicho, de esos productos del verano como puedan los ciruelos o los tomates y los pepinos.

No es que me haya dedicado a la agricultura en sus más variadas opciones sino que, últimamente, he saboreado, valga la redundancia, sabores de antaño y eso siempre es bueno porque, presupone, comer de calidad.

Mi amigo Pepe me regaló unos ciruelos de esos cogidos maduritos, bien amarillitos y en su punto a los que les pones un poquito de frescura y saben a dulce hasta que llegas al hueso donde te desprenden un saborcillo entre ácido y pincante que te aviva las papilas gustativas.

Nada hay como la dieta Medtirránea en la que se combina la fruta, la verdura, el pescado y la carne en una combinación perfecta para tener una alimentación sana, a pesar de que algunos les quieren tirar la culpa a la vacas del cambio climático. Vaya por Dios. 

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Ya tengo el postre. Pero me voy a la ensalada con esos tomates y pepinos que me regala Teresa. Bueno, quien los cultiva es su padre, pero hay que ver como están. Anoche al hacerme la cena le dí un bocado directamente al tomate y la verdad es que sabía a tomate y olía y tenía la textura de ese tomate de siempre. Mientras mies dientes mordían el preciado regalo, parte de su jugo se deslizaba, como chorreras por la barbilla, impregnando la parte inferior de mi rostro de ese ácido que desprenden los buenos tomates.

Junto al tomate, llega esa planta cucurbitácea que tiene como fruto al pepino con su forma alargada y rugosa con sabor “amarguete” que combina a la perfección con el tomate, la lechuga y “Les olives trencades i amarguetes. Si todo eso lo riegas con un buen aceite de la Serra d’Espadà y tienes a mano un buen pan de “poble”, como las hogazas de pan que le gustan al padre de Tere, no hace falta nada más. Dieta Mediterránea cubierta. Mañana más.

Bueno Isabel, ya ves hoy he querido hablar de esas sencillas cosas que enriquecen nuestras vidas, además de darle sabor. Y por cierto, seguramente tu querias que hablara de calabazas y melones pero de ello ya hablaré otro día que ahora se van de vacaciones.

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