Una cosa y otra requieren de agilidad, eficacia y visión de futuro.


Hace ya unos años, tal vez demasiados, me ilusionó mucho el proyecto Golf Sant Gregori. Fueron unos años en los que Burriana, “tu pueblo y el mío” tenía muchos, tal vez demasiados, movimientos urbanísticos que iban a cambiar de forma radical su aspecto, su fisonomía y nos íbamos a multiplicar los habitantes como los panes y los peces.

Después, me desinflé, aunque no llegué a perder nunca la esperanza, las informaciones que recibía y los pasos que se daban, tras un periodo no exento de muchísimas dificultades, vislumbraban la posibilidad de su ejecución, pero a pesar de ello era escéptico.

En los últimos años el inagotable esfuerzo llevado a cabo por el agente urbanizador, a pesar de todos los palos en las ruedas, las manipulaciones, las míseras informaciones y difamaciones vertidas, tanto a nivel personal como empresarial, motivaron que ese soufflé empresarial reviviera desde sus propias cenizas para hacerse realidad en los próximos años.

Queda poco tiempo para que lo que hubiera podido ser uno más de los muchos proyectos urbanísticos que se trazaron en España en tiempos de la burbuja inmobiliaria comience a ser una realidad y, a la vez, el inicio del futuro de esta ciudad que nos acoge y que a veces nos duele lo que en ella se hace.

Prácticamente falta una firma para que empiece a ser una realidad y, esa firma, no debe retrasarse demasiado en el tiempo con el objetivo de facilitar el más importante proyecto trazado en Burriana desde que se construyera el puerto de esta ciudad que ha vivido muchos años de espaldas al mar y del que obtiene un gran rédito económico.

Es por ello que a las firmas requeridas debe dárseles la rapidez, también, requerida y debe estar por encima de vacaciones, días moscosos o cualquier otro imperativo que pueda surgir y es que el tiempo transcurrido desde el inicio de proyecto, las vicisitudes padecidas y los incordios sufridos requieren de una agilidad y eficacia que, administrativamente, ha padecido durante muchos años.

Es posible que ahora no veamos la magnitud y la importancia del proyecto. Tendríamos que entrar en la máquina del tiempo para dentro de veinte o treinta años para vislumbrar la importancia de algo que va a suponer un cambio sustancial en la forma de vida de los burrianenses y la brillante oportunidad que tenemos ante nuestros ojos.

Sin embargo, la trascendencia del proyecto no debe ser obstáculo para que se renueve el centro neurálgico de Burriana que gira en torno a su campanario y que merece, también, una oportunidad de mejora. Una cosa y otra requieren de agilidad, eficacia y visión de futuro.

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