¿Nos queda imaginación?

Hace unos días entro en un establecimiento de nuestra población y me encuentro con unas hojas fotocopiadas en las que se recogían firmas para la construcción de un “Museu Faller” y entonces la dueña del lugar me conminó a que firmara la petición y me salió del alma negarme a ello, muy a pesar mío, dado que de forma reiterada he solicitado, desde esta u otra tribuna, su necesidad, la del Museu Faller, me refiero.

Tras la negativa me quedé con muy mal sabor de boca porque aún sabiendo que hace falta pasaron por mi mente, de forma veloz, por qué ahora y no antes de que se destruyeran muchos muñecos fruto de la dejadez y abandono en una sala del Llar Fallero y que fueron pasto del roer de las ratas y de la humedad de las goteras. Por qué en este momento en que apenas hay capacidad de inversión y no en otros tiempos anteriores más proclives a inversiones y/o nuevas ejecuciones.

Me surgió la duda anteriormente referenciada y, además otras sobre quienes y sobre el buen uso de su gestión. Una pena y es que el museo es una necesidad imperante que puede servir de mucho y para mucho, entre otras cosas, para posicionar la primera industria local que origina un dinamismo laboral y económico que no se circunscribe, únicamente, a la construcción de los monumentos.

Me parece muy loable la iniciativa, si ello se hace por la búsqueda de un espacio para la historia de una parte de nuestra ciudad y no para lucimiento personal; me gustaría que se consiguiera, con rapidez y bajo costo, cosa no difícil de conseguir y que además, las instalaciones congregara otros centros divulgativos que tiene o puede tener esta ciudad que no me canso de decir que tiene muchos recursos y todos desaprovechados.

Sin embargo considero que esta forma de actuar no es la más correcta, hay otras que no voy a enumerar pero que aunque lo hiciera no serían aceptadas porque, seguramente, quienes promueven tal acción, repito muy necesaria, tienen otros objetivos y otras formas de trabajo.


Es una pena, porque recursos se tiene, para esto y más cosas, pero desde donde se tiene que facilitar la labor, no se ha sabido hacer y, todavía, no se está haciendo, dado que la falta de recursos económicos impide, en gran manera su ejecución, pero a pesar de ello hay que agudizar la imaginación. ¿Nos queda?

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