A vueltas con lo mismo


“Para ese viaje no hacían falta tantas alforjas” o “antes, antes que deia la muda” son los dos titulares que se me ocurren para calificar lo que ha ocurrido con el Arenal Sound de Burriana ante una situación que todos sabían y que pocos se movían para buscar una solución que muchos deseábamos y que no era otra cosa que la celebración del festival Arenal Sound.

Sin embargo, hemos hecho el ridículo, la Generalitat ha lanzado al Ayuntamiento de Burriana, a su equipo de gobierno y a los técnicos municipales a los pies de los caballos y han ido de boca en boca cuando no han hecho otra cosa que defender una legalidad que, nos gustara o no, era la que ellos creían aunque a muchos no nos gustara.

Para tomar esa salomónica decisión, después de vivir tan esperpéntica situación, no hacía falta tanto tiempo y si han bastado cuarenta y ocho horas para buscarla si se hubieran puesto manos a la obra hace meses, todo hubiera quedado en una anécdota. Ahora no es más que una determinación política que pone en entredicho muchas cosas, poderes políticos aquí y allá; falta de capacidad de reacción de algunos y el interés de otros de intentar llevarse este festival que, pase lo que pase, casi con toda seguridad, aseguraría que el próximo año viajará hasta otra población y que no será la que alberga el museo de medallística Enrique Giner.

La empresa sigue en sus trece, el ayuntamiento en sus catorce y aunque se pasen las responsabilidades a la Generalitat el organismo municipal, aunque sea el festival una chapuza supramunicipal, algo tendrá que decir y algún permiso tendrá que dar para su realización, al menos para que se acampe en el Arenal.

Si desde un principio se hubiera hecho bien, ahora el festival no tendría el más mínimo problema, pero como en un principio todo fue muy bonito con bajadas de pantalones, dejar hacer sin ningún tipo de control, con muchos gastos para el Ayuntamiento por nula gestión y como ahora se quiere poner un poquito de orden en la realización, aparecen problemas por todos los lados y si además encontramos en el trayecto con juzgados y sentencias condenatorias, la cosa se complica aún más.


No creo que llegue a suspenderse la edición del presente año, como ha ocurrido con el festival Mare Nostrum de Alboraia, pero mucho me temo que como no ocurra un milagro ya podemos despedirnos de esta experiencia que habrá durado siete ediciones y que será un tren más que Burriana no ha sabido aprovechar. Una pena.

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