La Serra d'Espadà requiere gestión

La sintonía del día, para mí hoy, ha sido el ir y venir de una serie de helicópteros que revoloteaban el cielo de una zona que harta de su abandono ha decidido encenderse de rabia para lamentar lo que nunca debió ocurrir.

Estos vehículos mitad mosquito y “Pitxaví” han llenado mi cielo cercano recogiendo y descargando la insuficiente agua que necesitaban las llamas endiabladas que consumían sin rubor aquello que encontraban a su paso. A la derecha y a la izquierda, hacia el norte y el sur, hacia adelante y hacia atrás el verde oscuro de los pinos que han invadido nuestros montes se consumían entre bellísimas imágenes nocturnas y horribles sensaciones en el corazón.

Mientras estos aparatos movían sus aspas sin descanso, a lo lejos las hélices de los hidroaviones abrían, con su pesado vuelo, una línea en dirección a su punto de descarga. Horas y horas; mucho esfuerzo humano y mucho pesar en el alma.

Mientras tanto, hacia el infinito salían, convertidos en ceniza, miles de árboles y arbustos que sucumbían ante el infernal y aterrador calor de unas llamas que sin piedad continuaban ganando espacio y dejando atrás una línea negra de tristeza y desolación.

Continúan a esta hora surcando el cielo los helicópteros. Su discurrir lo hacen con menor frecuencia, y es que por las redes me entero que el foco principal se ha trasladado hacia otra zona y que el más cercano a mí está controlado por tierra, eso es que han cambiado su punto de abastecimiento.

Está complicado. Aún queda padecer y …..después? vendrá lo más fácil, acusar a los políticos de negligentes y de inoperantes, pero en la realidad, y desde mi punto de vista la culpa no es sólo suya, es compartida. ¿Entre quienes? Entre todos, ciudadanos imprudentes, ciudadanos inconscientes, ecologistas, si, si, he dicho ecologistas, pero esos ecologistas radicales que impiden llevar a cabo cualquier acción en el monte, incluido el pastoreo de cabras y ovejas, si, ellos también son culpables, así es que no son sólo nuestros representantes políticos quienes tienen una parte de culpa, ellos tienen la suya, el resto, tenemos la nuestra.

Como ecologista practicante he intentado inculcar a mis hijos el amor por la naturaleza, he procurado respetar el medio ambiente y he luchado por causas ecológicas desde hace muchos años, pero dejé, institucionalmente de hacerlo, cuando a las diferentes entidades ecológistas con las que he simpatizado, han llegado los dogmáticos, momento este en el que me he apeado.

Cuando el fuego se extinga comenzarán los planes de recuperación y de hablar y hablar unas u otras instituciones y asociaciones, pero mientras no se busque una alternativa productiva al sotobosque de esa Serra d’Espadà, que hoy somos todos, no llegará la solución definitiva a muchas cosas, su conservación, el mantenimiento de la gente en los pueblos y la consiguiente creación de puestos de trabajo, que es en definitiva el principal objetivo que debería tener cualquier medida que se adoptara.


Si hace unos años se ideó un plan para dotar a las poblaciones de la provincia de depuradoras con el objetivo de mejorar el medioambiente, podría ser una solución crear plantas de biomasa y sacar rendimiento a la montaña, crear puestos de trabajo y otras muchas cosas que se mejorarían con ello. Pero estas medidas requieren gestión y la Serrà d’Espada quiere gestión.

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