Un mismo pecado para ambos

Anoche, en esa casi eterna discusión con los hijos que se tiene cuando los tienes por casa y cuyo tema de disparidad de criterios se sitúa en el mando de la tele por el poder que tiene su posesión, surgió, nuevamente la elección del canal para ver algo durante la noche del sábado y como siempre la discusión.
Por fin elegimos una cadena en la que poder ver una pelicula y en el intermedio, por aquello de no ver los veinte minutos de publicidad que echaron, íbamos haciendo zapping cuando le digo a mi hija que se parara en Tele cinco para ver, un poco el debate La Noria cuando me dijo que había que hacer boicot a esta cadena por la invitada de la noche, la madre del asesino confeso El Cuco.
La señora, con vergüenza no quiso que le sacaran el rostro, para que nadie la conociera, pero seguro que el talón estaba hecho como si fuera a dar la cara. El poquito rato que vimos fue deplorable y me vino a la memoria la memorable y patética noche en que este tipo de programas alcanzó, en nuestro país, la mayor de las vergüenzas ajenas que nunca hayamos vivido como consecuencia de este tipo de programas, la noche de los hallazgos de los cuerpos de las niñas de Alcasser.
Aquello fue el punto álgido para que, por desgracia para las familias que han padecido este tipo de hechos, se iniciara el peregrinar de personajes, repito que por desgracia para quienes han tenido la mala suerte de cruzarse con un energúmeno como estos, digo pues que se iniciara el peregrinar de familiares, amigos y abogadillos por los platós de las televisiones vendiendo sus miserias y sus desgracias para complacencia de unas audiencias que buscan no se que tipo de satisfacción personal.
En algo tenía razón mi hija, en que a estas personas y a estos personajes habría que hacerles el boicot, pero para poder hablar de ello tenía que hacer como hice, ver un poco de programa para poder escribir estas palabras, para vergüenza mía y beneficio de la señora que cobró su dinero para hablar del hijo que tiene que es un asesino confeso.
Tras reanudar la película y llegar al siguiente corte publicitario, volvimos a hacer lo mismo, zapping, y repetimos la jugada, paramos en la misma cadena y en esta ocasión vimos al padre de una de las chicas desaparecidas hablando de lo mismo, con el consiguiente cabreo de María Antonia Iglesias que le acusaba de aprovecharse de lo que cobra por ir a este tipo de programas, no sin razón, y por lo que decidí, finalmente, no volver a hacer zapping en el último corte para publicidad, porque en este caso este señor se aprovechaba en beneficio propio de una situación dolorosa que nunca debió ocurrir para nadie. Ni para los padres del asesino confeso, ni para los padres de las victimas, porque el pecado es el mismo para ambos.

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