La Chochona
Recuerdo, hace ya unos cuantos años, cuando iba a las ferias que se celebraban en los pueblos de nuestra geografía que, casi siempre, había una tómbola, si, ese lugar que por unas pesetillas te daban un sobre que dentro incluía una tarjetita o papelito en la que te podía tocar un regalo mientras escuchabas aquello de “siempre toca, cuando no un pito una pelota” y también recuerdo cuando en esas mismas tómbolas se escuchaba aquello de la “muñeca Chochona”.
A esta muñeca la
bautizó un feriante llamado Manolo, “Manolo el loco” allá por los años ochenta
y su gripo no era otro que "y otra, y otra
y otra muñeca Chochona" está frase pronto corrió por toda España y
aunque no estuviera Manolo, el “tombolero” de turno hacía escuchar a quien jugaba
o pasaba por los alrededores, con si micrófono pegado a la barbilla, la
conocida estrofa.
La “Chochona”
era una muñeca , no muy bonita, con el pelo que parecían rastras o más bien
tirabuzones de lana que no solía estar muy bien peinada y que tenía sus pómulos
rojizos, como ruborizada de escuchar, una y otra vez, la cancioncita del
feriante.
Pues
bien, ahora no voy a la feria, porque no las hay, de momento, y tampoco se
escucha la voz del “tombolero” nombrar a tan insigne muñeca, cosas de los
tiempos.
Sin
embargo, me da la sensación que la “Chochona” la veo todos los días en la
televisión. Quejándose de lo que hacen los restantes presidentes autonómicos.
Atizando, cual látigo mortificador, al presidente del gobierno. Despreciando a
ministros, conselleres de autonomías, portavoces sanitarios e, incluso
mofándose y pasándose por el arco de triunfo las normas sanitarias cuyo único
objetivo no es otro que el de salvar vidas.
Un
amigo que tengo, allá por donde ella reina, la llama la muñeca hinchable, pero
eso no me parece muy serio yo prefiero llamarle la “Chochona”, que es un nombre
más simpático y que a muchos les traerá recuerdos. No sé si buenos o malos,
pero cualquier recuerdo es fruto de una experiencia vivida, la misma
experiencia que nosotros tenemos ahora visionándola a través de los medios de
comunicación.
La
única diferencia es que no podemos verle los pómulos a ver si los tiene
coloraditos debido a la mascarilla tras la cual se esconde un producto de
marketing que más pronto que tarde enseñará su verdadero rostro y veremos que
ha sido un fiasco.
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