Cuando salgan bien las habas, que saldrán, yo pongo el vino

Mira por donde, me he vuelto a encontrar con mi amigo plumífero, si ese que hace un mes me hablaba de los concejales y de su “quasi” reconversión en funcionarios y, entre otras muchas nos preguntamos por la salud, que es lo que prima, y le informé que ya llevo puesta la primera dosis de Astrazeneca. Acto seguido me sacó el tema municipal de los funcionarios y de los proyectos municipales.

La verdad es que yo le dije que ambas cosas se encontraban muy relacionadas y que si hay un proyecto técnico y los funcionarios lo miran con malos ojos, muy difícil será que lo saquen adelante.

Seguidamente me expuso su caso sobre un proyecto de su población muy interesante empresarialmente y que tropieza con el beneplácito de, dijo textualmente, “sus majestades los técnicos municipales”.

Me explicó el proyecto y lo ví muy interesante, para la población por las ventajas que le podía suponer su ejecución en cuanto a difusión de la misma; para sus habitantes, porque podía proporcionar una gran cantidad de puestos de trabajo y, además, por los ingresos que supondría para las arcas municipales.

Sin embargo, todo eran pegas. A la empresa, al proyecto, al equipo de gobierno municipal y, la verdad es que contaba con todos los beneplácitos del resto de administraciones, la provincial, la autonómica y, también, los informes medioambientales necesarios para ello. Daba la sensación que estos trabajadores municipales trabajaban para el enemigo.

Entonces le preguntó, ingenuamente, el que escribe. ¿Dónde está el problema? A lo que él me contesta,”en los maletines”. Fue entonces cuando, con cara de extrañeza, escuché lo que me dijo y nada respondí al respecto al desconocer con exactitud el tema.

Derivando con el tema de los funcionarios me dijo que tienen muchos problemas entre ellos, que unos no se hablan con los otros y estos últimos con los terceros y que, mientras tanto, ese proyecto que podría solventar muchos problemas laborales a los habitantes de su municipio sigue varado en alta mar, a merced de las olas y cansando a los promotores de tal iniciativa.

En fin que en todas partes cuecen habas y que lo mejor sería que todos pusieran de su parte algo de buena voluntad para que las habas salieran buenas y, eso sí, cuando salgan buenas, que seguro que saldrán, yo pongo el vino.

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