A seguir viviendo el día a día que es lo único que tenemos.
Apreciada Rosa:
Hoy nos hemos visto y
he tenido alegría al encontrarte y es que con todo esto los contactos y los
encuentros se dilatan en el tiempo y, haciendo poco que no ves a una persona,
hace meses que no te relacionas con mucha gente. Salimos poco, buscamos zonas
poco frecuentadas o con poca gente. En fin, eso que esta nueva realidad nos
hace distanciarnos y alegrarnos con el reencuentro.
Comentamos aquello
que me dijiste sobre “els sabuts” esas personas que saben de todo, sean
cuestiones técnicas o no, y de que pretenden con sus conversaciones, escritos y
comentarios sentar cátedra de lo que ellos piensan, y la verdad es que tienes
razón, hay mucho “sabut” en nuestras calles revestidos de tesis doctorales, años
vividos o viajes realizados.
Las tesis doctorales
no suelen decirme nada, uno puede saber mucho de lo suyo y muy poco de las
otras cosas e incluso tener no mucha cultura. Los años vividos prestan para
saber capear en el día a día y tomarse las cosas con más filosofía, como
tomándotelo todo con tranquilidad para que no te coja un infarto. Y los viajes
realizados es aquello que, aunque hagamos muchos, siempre nos quedamos con
hambre de conocer nuevos lugares.
Sin embargo, de los
viajes me quedo con los seres humanos con los que convives. Con los que viajan
contigo en el avión, con quienes te atienden al llegar al hotel, quienes te
sirven la comida o la cena o las cervezas de las terrazas, esos, muchas veces,
son quienes más me enriquecen y quienes más me aportan a mi vida. Pero también
están los otros. El “sabudet” que siempre habla cuando el guía explica lo que
tiene delante. El experto que ha viajado más que tú y el impertinente que
siempre mete la baza sea cual sea el tema.
Pues eso. Que últimamente
me alegro de encontrarme con muchas personas, por el tiempo que hacía que no nos
vemos y ello puede ser síntoma de que vamos volviendo a la normalidad de los
tiempos, a los calores del verano que van llegando, como las margaritas, un día
sí y otro no, haciendo bueno el dicho de aquello del “hasta el cuarenta de mayo
no te quites el sayo”, aunque para el cuarenta de mayo ya falta bien poco.
Vamos pues, volviendo
a una nueva realidad que ya nos ha hecho pasar del beso a darnos el brazo o
chocar con el puño; a acostumbrarnos a ver medios rostros, ya veremos si luego,
cuando vayamos sin mascarillas, llegamos a reconocernos y es que, a veces, ¿has
saludado a alguien si saber quien es? Yo si. Y otras muchas me he quedado en la
duda existencial, pero ante la duda prefiero saludar.
Nada. A seguir
viviendo el día a día que es lo único que tenemos.
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