23 de abril - día internacional del libro
En un “plis plas”, algo más de lo que
cuesta colgar este artículo en el blog, nos encontraremos en el día del libro,
un 23 de abril más en el que los “Jorge’s”, “Jordi’s” y otros celebran su onomástica; celebramos el
día de la rosa y del libro, tú me regalas una rosa y yo a ti un libro, una cosa
y otra, para algunos, innecesaria, aunque no por ello falta de utilidad
cultural y social. Los más puristas celebran la muerte de esa gran pluma
anglosajona que fue, Shakespeare, o la otra gran pluma de la lengua castellana
como fue Miguel de Cervantes.
A pocos días de la perdida de esa otra
gran pluma que lo fue quien escribió “Cien años de soledad” las librerías se preparan para renovar sus escaparates y presentar las
grandes novedades literarias que se aprestan a lanzar las editoriales.
En Burriana, un año más, nos hemos
adelantado a la celebración y la feria del libro, o lo que fuere, se situó a
las puertas de un Centro Municipal de Cultura gracias al esfuerzo de unos
libreros, escasos en su número, y siempre dispuestos a colaborar en la
promoción del libro y la lectura y en la realización de actividades culturales
sin mirar más que la colaboración con la organización de los actos, sin
embargo, siempre existe un pero…… y ese
pero, desde mi punto de vista es el escaso interés organizativo el que hace que
escasee el afán de quienes deberían aprestarse al lugar y predisponerse para la
compra.
No pude asistir a la presentación de
los libros y de entre ellos el de mi amiga Carmen, con lo cual le debo una y mi
petición de perdón por un incumplimiento de amistad, dado que debería haber
estado, pero otras cuestiones me lo impidieron, no obstante pude ver el número
de personas que asistieron a las presentaciones y fue, relativamente, escaso,
no por los autores de los libros, sino por la promoción de esas actividades que
complementan la venta de libros de unas personas que se esfuerzan en vender
libros, algo muy complicado en todo momento y más en este en el que lo que más
importa es llegar a final de mes y poder pagar los libros del curso escolar de
los niños.
Desde hace unos días los libros de
“Gabo” Gabriel García Márquez, se encuentran en los escaparates y las
estanterías de nuestras librerías dispuestos a que seamos muchos los que nos aprestemos a leerlos con el
objetivo de conocer a este autor, por parte de quienes no lo conocíamos
demasiado, aunque hayamos leído alguno de sus libros o, al menos, la conocida
soledad de la familia Buendía a lo largo de cien años y de muchos más desde que
lo leí allá por mis veinte-tantos y en la cama de un hospital tras una
operación.
En su honor y como reivindicación de
la lectura como arma de comunicación entre culturas, estoy leyendo “el coronel
no tiene quien le escriba” y la verdad es que mi homenaje coincide con el que
se le está rindiendo en México antes de que sus cenizas reposen entre ese país
de nacimiento y su país de acogida y ello me emociona a escribir unas letras
recordatorias mientras llega a mi cabeza la imagen de ese personaje vestido de
blanco que recogía en Estocolmo un premio Nobel como mérito de un trabajo
inconformista, exploratorio y que buscaba la conciliación de la palabra y la
vida.
Querida Rosa, hoy me he puesto mi
chaqueta cultural y escribo, desde el pensamiento, lo que las letras leen para
que se conviertan en palabras y de esa forma unir a personas que otras muchas
palabras intentan dividir desde la ineficacia, la falta de acción y, a veces,
la mala voluntad de quienes las pronuncian.
En nada es el veintitrés de abril, un
día dedicado al libro y eso que a mí no me gustan los “días de….” porque los
días de, son para mí, todos los días. El día de los enamorados; el día del
padre, el día de la madre, del medio ambiente, de la música o del disco de
vinilo, me da igual, todos los días deberían ser de todo porque siempre hay que
estar enamorados, querer al padre o a la madre, cuidar el medioambiente o tener
un concepto claro de lo que se quiere y a quien se quiere. Con claridad de
ideas, a todos nos iría mejor, incluido a mí.
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