Vicent “cartero “el organista

No pretendo emular, con este título, la belleza de la conocida leyenda de Gustavo Adolfo Becquer “Maese Pérez el Organista”, pero si a través del comentario recordar que el órgano de la iglesia de Artana se ha quedado mudo, sus teclas ya no tienen quien las pulse para hacer escuchar sus notas; la iglesia se ha quedado en silencio tras el fallecimiento , el pasado miércoles de “Vicent el cartero” organista de esta iglesia.
Todos los fallecimientos son tristes y más si es un familiar, un amigo o una persona representativa de un aspecto de la vida cotidiana. Vicent, ese cartero que cuando yo era pequeño llevaba las cartas a casa y a quien muchas tardes escuchaba que decía “Juanita, cartero” ha silenciado su voz y con ella ha dejado huérfanos a los feligreses de la parroquia de Artana para los que siempre tocaba el órgano de la iglesia.
Su pequeño cuerpo con su tez canosa y su afición al Valencia cf se han ido con él, camino de la eternidad y, también con él, se han ido esas manos que, durante tantos años, han acariciado las teclas del viejo o del nuevo órgano de la iglesia de Artana, seguro que allá donde esté, junto con su esposa “Carmen del cartero” seguirá moviendo sus, no muy largos, dedos para entonar esas melodías religiosas que sin lugar a dudas amenizarán la eternidad de sus amigos, entre otros Ximet, José Racó, Pere la roja, José Mateua, Sunsion de roqueta, Maria Pilar de Planet o Carmen de la replaseta, ademas de Mosen Serafin y tantos y tantos a quienes durante muchos años les hizo arribar aquellas noticias que les llegaban a través de la entrega diaria del correo y a quienes te pedimos, como un último favor, que les hagas llegar un saludo a tu encuentro con ellos.
Si todos los nacimientos no son iguales, tampoco todos los fallecimientos lo son igual. Dependiendo de la persona, su hueco se hace, para la sociedad, más o menos grande y este hueco, además de ser grande por la amistad, lo es por su significado dado que con su marcha los días solemnes del Cristo, Sant Vicent y cualquier otra jornada importante para la iglesia, el órgano de la parroquia de Artana permanecerá callado, incluida la noche de Navidad a no ser que ocurra como en la leyenda de Becquer que concluye con estas palabras:
Todo el mundo fijó sus miradas en aquel punto. El órgano estaba solo, y, no obstante, el órgano seguía sonando..., sonando como sólo los arcángeles podrían imitarlo en sus raptos de místico alborozo.”

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