Visca Santo Cristo del Calvari
Me acaban de comunicar que ha fallecido Teresa “Garrofa”, para muchos es una persona desconocida pero para otros muchos, además del apego personal que tengo a ella y a su familia, es quien cada año el día de la “Pujà del Crist al calvari” gritaba esa frase con la que concluían las fiestas más importantes del calendario festivo-religioso de Artana.
Hace años, dada su condición física, que
no gritaba a los cuatro vientos la frase de “Visca Santo Cristo del Calvari”
sin embargo en el eco de esa capilla que todos los artanenses llevan dentro de
sí continuarán escuchándose cada lunes de San Vicent al finalizar el canto de
los gozos a tan venerada imagen.
Hoy, con toda seguridad, su Cristo la ha
acogido en su seno y con él estará durante la eternidad. Descansa en paz y
gracias por haber tenido la oportunidad de conocerte y de, como tu decías,
criarme. Hasta siempre.
Dejo, a continuación el artículo que le
escribí en abril de 2013 como homenaje póstumo a una persona por la que he sentido
gran afecto.
Con esta frase concluyen los actos
religioso-festivos-tradicionales y etnológicos que la población de Artana
dedica al Santísimo Cristo del Calvario cada lunes de la Pascua de Sant Vicent.
Cada año, centenares de personas que
rodean el calvario de esta población, enclavada en plena sierra de Espadán,
esperan escuchar esas palabras en la voz de Teresa “garrofa” como fin de una
festividad que cada año nos devuelve a nuestros orígenes, a recordarnos lo que
somos y quienes somos, de dónde venimos y sin saber donde vamos, pero cada año
Teresa con su voz nos devuelve a todos a nuestras casas después de dos días
intensos de actos religiosos con los que tenemos que reafirmarnos y que sin
lugar a dudas nos reafirma, porque por encima de muchas cosas están los
sentimientos y esos sentimientos de quienes somos y nos sentimos se reafirman
en esa noche en que la imagen del Cristo del Calvario vuelve a su lugar después
de esas treinta y seis horas que pasa en la población para acercarse hasta
quienes no pueden llegar a su calvario.
La voz de Teresa, un poco más débil por
los años, suena inmensa en esa pequeña capilla abarrotada de gentes que han
cantado, con o sin entonación, que más da, los gozos a su Cristo a esa imagen a
la que se acogen en los momentos duros y de la que apenas nos acordamos en los
momentos de euforia individual; su voz, al menos a mi, me resuena en mis
adentros por muchas cosas, por lo que entrañan y por lo que siento, además de
por mi afecto a quien las pronuncia.
Este lunes, Teresa nos decía a mi y a mi
amigo Juan que había que ir buscando un relevo y yo le dije que no hay relevo
que valga que mientras pueda y dure su voz es la que debe retumbar en la bóveda
del calvario mientras tenga un aliento de fuerza, porque su voz es como la
reafirmación de nuestros orígenes, el deseo de volver el próximo año hasta
estas empinadas calles para devolver esta imagen que sirve, además, para reunir
a los hijos de Artana, a los hijos de los hijos y a los hijos de los hijos de
los hijos de quienes un día vieron la luz en esta población llena de buenos
sentimientos, de una historia y una cultura propias que nos conducen a ser lo
que somos; vivas o te sientas de ella por diferentes razones y vivas o no en ella,
lo sientes.
Centenares de personas desfilaron hasta
el calvario en esa noche en que las calles y los caminos que nos aproximaban a
él se llenaban de pequeñas lucecitas que fluían de los cirios que llevaban los
portadores, los niños más pequeños al brazo de sus padres, es el sentimiento
que se transmite de padres a hijos; algunos abuelos, orgullosos con sus nietos
que han venido al pueblo para la “pujà” del Cristo, a pesar de que al día
siguiente hay que madrugar para ir al cole.
No faltaba nadie, porque quien no estaba
presente en la procesión, estaba con el pensamiento como a mí me ocurrió unos
años que no pude estar y que oía hasta el “simbolet” anunciar que los primeros
de la procesión habían llegado al calvario mientras que el cristo apenas hacía
unos minutos que había salido de la iglesia.
Poco a poco fueron llegando a la
capilla, muchos besaron la cruz, otros saludaron a quien hacía un año que no
habían visto, pero todos esperábamos la llegada de la imagen del Cristo a
hombros de los mayorales de la fiesta y con los clavarios. Todos, con gran
emoción vimos como su imagen entraba en este lugar visitado a lo largo del año
por gran cantidad de personas y todos sabíamos que se acercaba el momento
final, tras los gozos y los rezos escuchamos esa frase de Teresa la cual sin
apenas decir nada, encierra muchas cosas, los sentimientos, la amistad y el
deseo de reencontrarnos el próximo año para continuar con la tradición.
”Viva Santo Cristo del Calvari” fue la
frase que todos escuchamos en la voz de Teresa “garrofa” y esa misma frase es
la que esperamos escuchar durante muchos años por la misma voz, para que nos
transmita los mismos sentimientos.
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