Suspendido el Arenal Sound 2020
Hay personas que parecen tontos o, tal vez, son tontos, o lo
aparentan e incluso, a veces, disimulan lo de la tontería muy bien o responden
perfectamente a los intereses de quienes les pagan o ante quienes quieren
justificar su sueldo, su subvención económica o sus cotas de poder, aunque este
sea mínimo.
Hace unos días leía unas críticas al equipo de gobierno
municipal sobre el tema del Arenal Sound por no suspenderlo. Leía también que
un partido político pondría una denuncia a nuestros munícipes i al Magnífic si
es que llegaba a celebrarse y en tertulias de bar y algún que otro comunicado
de prensa se hacían referencias a su “posible” celebración.
Pues bien. Pienso que todas esas manifestaciones no eran más
que dardos lanzados intencionadamente contra quien fuera, pero ¿es que alguien
dudaba de que el Arenal Sound se celebraría? Si lo dudaban es que tenían muy
poca visibilidad social, política, sanitaria e incluso tenían una gran miopía
personal y un gran interés particular.
Se han suspendido los Sanfermines, el October Fest en
Alemania, están haciendo los partidos de fútbol sin público, se ha suspendido
el FIB, el Rototom y las hogueras de San Juan, además de las fallas, la
Magdalena, las clases en los colegios y otros eventos mucho más multitudinarios
que nuestro festival y, todos estos malintencionados, pensaban que se
celebraría. Vaya visión que tienen de las cosas.
Se ha suspendido y se ha hecho público cuando a la empresa,
que paga a algunos le ha interesado. Cuando ha tenido claro lo de las subvenciones
de la Generalitat y del Estado. Cuando ha ligado sus cabos para tener las
subvenciones que habrá solicitado y cuando, además, le ha dado la gana que para
eso es una empresa privada y ha velado por sus intereses.
Sin embargo, a través de sus manifestaciones han pretendido
dar una mala imagen de nuestro Magnífic y del equipo que lo dirige. En algunos
campos les hace falta un poco de palo, pero en este y en otros que les están
dando, creo que ellos, los ataques, sólo responden a intereses muy concretos y
por motivos muy determinados pero, al final, la razón siempre prevalece y, en
muchas ocasiones, por encima de los intereses particulares. Aunque cueste.
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