más valdría prevenir que curar
Somos muy poco dados a la medicina preventiva
en ninguna de nuestras facetas cotidianas, ni siquiera en temas de salud y eso,
lo pagamos continuamente en muchos casos.
Recientemente, y para desgracia nuestra,
hemos padecido unos desgraciados, inoportunos y no se si inmerecidos incendios
en nuestras comarcas y al decir nuestras, me refiero, no solo a las comarcas de
Castellón, sino también a las de Valencia, que , al fin y al cabo, son también
nuestras, aunque las divisiones provinciales nos hagan creer, a veces, lo
contrario de la realidad, porque , al fin y al cabo, cuando hablamos de temas
medioambientales, como decía el anuncio de la DGT , todos estamos interconectados.
Muchas, demasiadas hectáreas quemadas; muchos
esfuerzos inútiles puestos para una causa innecesaria y muchos esfuerzos
realizados sin que se tuviera necesidad de haber hecho lo que tocaba cuando
tocaba, es decir en otro tiempo y es ahora cuando llega el momento de decir esa
frase que tanto hemos oído estos días “Los incendios se apagan durante el
invierno”, tópica frase que sin dejar de ser tópica, deja de ser verdad.
Atrás hemos dejado unos días de desolación y
de disgustos y esperemos que estos sean los últimos en llegar, los últimos en
padecer, los últimos en volver a
escuchar la topicidad de la frase referida, aunque mucho me temo, y espero
equivocarme, este verano la vamos a oír más veces.
Estamos empezando el verano, empezamos a
contabilizar la hectáreas quemadas y que, de momento, lo hacemos por miles y
eso que todavía quedan muchas jornadas de calor intenso en un verano que se prevé
sofocante.
Tras el disgusto, las críticas, unos defendiendo
lo realizado en cuanto a labores de
extinción se refiere; los otros criticando lo realizado y una vez más, el pueblo
llano “escuchador” atónito de las sandeces que pregonan ambos dos y a veces
hasta de tres o cuatro, cuando intervienen los sindicatos agrícolas o de otra
índole.
Para desgracia nuestra, el monte se ha
quemado y el mucho monte que queda corre el mismo peligro y mal que nos pese,
no seremos capaces de evitar que, uno sólo de los arbustos de nuestros montes sea
salvado porque no solamente se apagan los incendios en invierno, sino que una
vez producido no hay quien lo apague como no sea la propia naturaleza, los
cambios de viento, de tiempo o la lluvia y si no se lo creen, analicen como se
han apagado los últimos incendios, sin menospreciar el esfuerzo de quienes
durante varios días lo han intentado.
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