Ha valido la pena disfrutar de vosotros
Hay días, jornadas e instantes que colaborar o trabajar en algo, aunque sea organizar un encuentro no te resulta pesado, más bien todo lo contraria te produce muchas satisfacciones y más cuando ves que el resultado ha sido compartir, simplemente, la amistad.
Pues bien, así ha sido y, nuevamente, un placer departir
con esos “jóvenes” conocidos hace unas cuantas décadas cuando calzábamos “wambas”
íbamos en pantalón corto, comenzábamos a pegar nuestras primeras caladas a un
cigarrillo, y todo ello, en medio de aquellos tiempos en blanco y negro en los
que apuntábamos como seres humanos.
Digo pues, que ha sido un placer y que ha valido la pena
estar allí, en ese lugar fruto de un pasado y un tiempo que nos ha hecho llegar
hasta aquí y que, lejos de hablar de aquel tiempo, que también, hemos hablado
mucho de presente y, también, de futuro, de ese futuro que se mide, ya, por
segundos, por instantes y es que como mejor se vive el futuro es inspirando
fuerte el presente.
Han sido momentos de tensión, de placer, de confiar en
que todo salga bien y disfrutar de cada uno de nosotros. Momentos en que
confiabas que algo se te iba de las manos, que podía no salir bien, pero gracias
a la colaboración y esfuerzo del grupo ha sido todo, de nuevo, un gustazo lleno
de satisfacciones colectivas que nos reportarán reencontrarnos en un futuro
inmediato que está a la vuelta de la esquina.
Durante estos pasados días la tranquilidad envuelta en
conversaciones amistosas, en paseos confidentes, en pensamientos sinceros ha
sido un acercamiento a esos momentos de distanciamiento familiar que nos ha
permitido apreciar lo que tenemos en cada uno de nuestros hogares y que, en
ellos, veremos las instantáneas grabadas en nuestros móviles en las que unos con
raya ancha, canosa caballera o melena al viento han disparado sus flases para
plasmar el momento con el amigo del momento con el que conectamos, por primera
vez, allá por cuando empezábamos a entrar en la adolescencia.
Digo pues, que tras todas esas adolescencias transcurridas
hemos disfrutado, gracias a quienes nos lo han permitido, de ese lugar anclado
en lo alto de un montículo, rodeado de campos verdes, pero sedientos, escuchando
el canto de pájaros, el gluglutear del pavo real, el gorjear de las palomas y
el crotoreo de las cigüeñas desde sus nidos en lo alto de la iglesia.
En fin amigos. Ha valido la pena disfrutar de vosotros.
Espero poder hacerlo nuevamente muy pronto.
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