Algunas listas son tan malas que ni poniéndolas al revés mejoran nada.

 Se van conociendo las listas electorales que participaran en las elecciones municipales del próximo veintiocho de mayo en la Ciudad de Burriana, esa Ciudad que nos acoge, nos ampara y nos apasiona a algunos de quienes las disfrutamos y, en algunas ocasiones, a pesar de quienes nos gobiernan.

Digo pues que vamos conociendo a los principales personajes que ocuparán el hemiciclo del solariego edificio anclado en la Plaza Mayor a “l’ombra del Templat” y su conocimiento me hace oler a naftalina por la poca ilusión que me ofrecen los nombres de quienes integran tan honorables listas.

Llegado a este punto busco en el diccionario de la RAE naftalina y me sale “ Naftaleno utilizado contra la polilla y como desinfectante”; insisto y busco naftaleno y me dice “hidrocarburo aromático que resulta de la condensación de dos anillos de benceno”; me atrevo, nuevamente con benceno y me indica que “es un hidrocarburo líquido, de estructura en forma de anillo y con seis átomos de carbono, aromático, incoloro e inflamable de amplia utilización como disolvente y como reactivo en operaciones de laboratorio y uso industrial”. “Casi ná”.

Lo que pretendía decir con lo de la naftalina, simplemente es aquello de que me huele mal. Que los partidos políticos de Burriana no son capaces, desde mi punto de vista, de albergar alrededor de unas siglas a una serie de personas, salvo alguna que otra excepción, que vean a esta ciudad nuestra como una población que se ha quedado estancada en el tiempo y que lo que necesita son personas con visión, que huyan de los tópicos de la “Burriana histórica” y de la demostración llevada a cabo a lo largo de las últimas varias décadas.

Indudablemente los partidos mayoritarios ya tienen las listas y las posiciones determinadas, algunos minoritarios tienen los nombres pero no los puestos, y otros todavía no han soltado prenda, pero vistas sus ideologías, por mi parte, mejor que ni se presenten y digo esto porque algunos tendremos que ir a votar con una pinza en la nariz y con el convencimiento de que no van a sacar a esta ciudad de la situación en que se encuentra.

Iremos a votar porque algunos peleamos por ese nuestro primer voto y por el convencimiento en nuestro sistema democrático y de que en el caso de que no votemos no merecemos, con posterioridad, criticar a quienes nos gobernarán porque al fin y al cabo, en caso de no hacerlo perdemos nuestro aliento democrático y nuestro espíritu de tener una ciudad mejor. Todo ello a pesar de quienes nos representen gracias a las papeletas que depositaremos en unas urnas de metacrilato.

Por cierto, ya lo sé Rosa, hacía casi un mes que no escribía, pero es que con tanto viajecito, últimamente no tengo mucho tiempo y, visto lo que estoy viendo, con los nombres, con las posiciones en las listas y otros apuntes diversos no me apetece mucho.

Y mira por donde, esta mañana me he encontrado a uno que me decía que algunas listas son tan malas que ni poniéndolas al revés mejoran nada. Saludos para todos.

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