Siempre pienso que nunca fueron mejor
Tras mucho tiempo sin verle, y encontrarme con él hace apenas un mes, me he vuelto a encontrar con mi amigo el plumilla, si, ese que narra las crónicas de su ciudad natal en diferentes medios de comunicación y me ha comentado los últimos movimientos políticos de su ayuntamiento que, por cierto, desconozco si es Magnífico, ilustrísimo o excelentísimo.
Primeramente me
recordó que en mayo había elecciones municipales y le comenté que si que
justamente eran el día de mi cumpleaños y que me gustaría que, ese día
especial, me hiciera un agradable regalo en forma de resultado. Pero a lo que
íbamos, me comentaba los movimientos que había dentro de la formación
gobernante.
Por un lado su
alcalde se estaba moviendo para intentar ir al Parlament Valencià, aunque
continuaría siendo el candidato y por otro lado los diferentes movimientos de
sus concejales que no paraban de moverse para hacerse fotos con unos y con
otros para que se les considerara nuevamente y figurar en la lista.
Yo le dije que lo de
las fotos se está llevando mucho y que no dan paso que no se retraten en muchos
sitios y, la prueba de ello, es que los tenemos muy presentes todos los días en
las redes sociales dado que a algunos les falta espacio en Facebook para la
cantidad de fotos que se hacen.
Pues bien. Mi
malévolo amigo me comento, incluso, que dudaba que su alcalde llegara a ser el
candidato a la alcaldía después de haberlo anunciado a bombo y platillo, yo le
contesté que lo veía improbable y que tras el anuncio se había comprometido
fuertemente con lo que queda de su partido, el del alcalde, y que sería una
mala jugada para los ciudadanos y para todos. Sin embargo, no lo veía claro.
Hablamos de los tiempos
revueltos que hay en las políticas locales, en su pueblo y en el mío, y que el
principal partido de la oposición tenía un discurso antiguo y trasnochado
intentando recuperar no sé qué tiempos pasados que, a mi juicio, siempre pienso
nunca fueron mejor.
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