El agua como excusa
Por no decir que ha sido el abandono, la desidia y la mala gestión, diremos que ha sido la lluvia, la intensa lluvia que ha caído estos días pasados, la culpable de que el árbol, tipo abeto, que hay delante del Ayuntamiento se haya quedado sin esas hojitas pequeñitas que desde hace años han ido soltando su negra melaza sobre la acera y los vehículos que aparcaban a su sombra, entre otras cosas como muestra de que, poco a poco, se iba muriendo.
De igual manera,
diremos que ha sido el agua la que ha ido ahogando y matando sin ningún tipo de
control los setos del jardín de la Plaça Major de Burriana sometidos a un riego
excesivo, durante años, todos los días, llueva o haga sol y que ha podrido
hasta las raíces, pero siempre podemos atribuirlo, además, a los caninos que
suelen hacer sus necesidades líquidas en ellos o al agua que tiran sus dueños
para limpiar el olor de las mismas.
Siempre tenemos que
buscar una excusa para algo. Para el mal estado de los jardines. Para la falta
de previsión meteorológica, social, sanitaria, etc. Es necesario buscar una
excusa para explicar el mal estado de muchas calles, de plazas tan
representativas como la principal de tu propio pueblo a la que le faltan
adoquines, se han hundido trozos de bordillos y se llena de charcos cuando
llueve de forma prudencial y se desborda cuando lo hace torrencialmente.
Está claro que “no
mandé mis naves a luchar contra los elementos” pero es que hay elementos que se
podrían mitigar gracias a la gestión, más o menos eficaz, de quienes nos
gobiernan, todo y teniendo en cuenta que ante una lluvia tan intensa como la
que hemos tenido es imposible de que no ocurran situaciones graves, pero con un
poco de previsión se podrían amortiguar sus efectos, tanto los primarios como
los secundarios.
Todos necesitamos
excusas para muchas cosas incluso, a veces, para escribir un artículo de
opinión como este y, también para decir que me parece muy bien que se restaure
el templete de la música pero, al mismo tiempo, podrían haber restaurado el
kiosco modernista situado en el camí d’Onda y cuyo arrendatario, no olvidemos
que allí hay un bar, lleva cinco años intentando que se le reparen las goteras
que chorrean cuando el dios de la lluvia vierte sus lágrimas sobre la capital
de la Plana Baixa. Se puede invertir en economía productiva o en gasto
corriente. Está claro que unos eligen una opción y otros elegiríamos otra.
Por cierto, también
es culpa del agua lo que ha pasado en la casa de cultura al descolgarse la lona
del techo por el sobrepeso del agua y es que es la excusa perfecta para no
reconocer que en veintisiete años no se ha invertido un céntimo en la
conservación de tan emblemático edificio que ha caído en el más total y
absoluto abandono desde que se inauguró.
En fin el agua
siempre como fuente de vida, de deterioro y, también, como excusa.
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