Autocensura entre lo que pienso y lo que escribo

Ya lo sé, Rosa. Hace tiempo que no escribo y que, al mismo tiempo, no te he llamado ni sé de ti, pero es que hablar de lo que suelo hacer, actividad local, me da en la nariz y me duele hablar de lo poco que se hace para que esta ciudad que nos acoge tenga una dinámica social, económica, deportiva o cultural, dejando a un lado la política, digo pues, que me da mucha pena por la escasez.

Cuando has estado, la mayor parte de tu vida en la empresa privada, te das cuenta que lo que realmente se valora es la productividad y no el cargo o el estar en una silla u otra determinada y es que viendo lo que se ve en nuestro Magnífic, la verdad, da para un culebrón de miedo o un drama de esos que te desvelan después de haberlo visto y no te dejan dormir.

Con un equipo de gobierno incapaz de llevar a cabo una política de inversiones productivas, enfrascados en mantener una silla que nadie, ni de dentro ni de fuera de su partido, les va a mover y con una oposición que anda promocionando a sus figurines en las redes sociales sin que hayan presentado, jamás, una propuesta positiva a unas acciones con muchas alternativas, creo que a pocos lugares vamos a llegar.

Da lo mismo que se hana planes de lo que sea, se creen o consulten foros de la próxima década, de la próxima centuria o del milenio que venga, tenemos una ciudad que si antes era ciudad dormitorio, cosa no mala porque las ciudades dormitorio pueden tener vida, estamos convirtiendo a la nuestra en una ciudad aburrida, sosa, sin alegría y fiándolo todo a una carta que se llama Sant Gregori y menos mal que la cosa pinta bastante bien.

Pero esta urbanización es y será, sin duda, un revulsivo muy importante para esta ciudad que vive al lado del mar y de espaldas a él. Junto a dos lugares muy interesantes ambientalmente, Clot i Millars pero dejados de lado. Con un gran patrimonio arquitectónico olvidado y fagocitando a personas y oportunidades que, en algunas ocasiones, no tienen retorno. Y con un Museu de la Taronja, va para doce años cerrado, y sin que se vea el momento de su reapertura. Todo ello además de otras muchas posibilidades y recursos que no se saben poner en valor ante la impasividad de quienes nos gobiernan y de quienes se sientan en la oposición. Una pena.

Eso pues, Rosa, ya ves como estoy, con pena y sentimientos encontrados en lo que escribo, pienso, siento y, en ocasiones, leo, pero no hay más, ¿o si? Creo que tenemos futuro pero con personas que tengan ilusión, ganas, ambición de ver a su población en mejor lugar por encima de sillones, sueldos, familias políticas que gobiernan a estos partidos y bandos encontrados dentro y fuera de sus formaciones políticas.

En fin, que escribo esto mordiéndome la lengua, autocensurándome lo que pienso antes de escribirlo y es que si no fuera así, probablemente, no escribiría nada.

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