Aún me quedan algunos charcos que pisar
Hace unos días me decía una persona que me estaba “portando mal últimamente” y la verdad es que lo que en principio me pareció una riña de uno hacia otro, por no compartir su forma de ver las cosas, se ha convertido en una, relativa, profunda reflexión sobre mis pensamientos y mi forma de ser.
A veces, cuando no
comulgas con lo que hacen algunos y tomas una decisión que no le agrada a tu
vecino, tu amigo, tu marido, tu esposa o tus propios hijos, da la sensación que
estás, como suele decirse vulgarmente, meando fuera del tiesto y es que,
servidor, ha meado muchas veces fuera de tiesto y, casi siempre, en favor del
más débil o del bando perdedor.
Pero eso, lo de
estar, casi siempre, en el bando del perdedor es lo que forja a uno, estar en
el bando ganador, a favor del fuerte y salirte siempre con la tuya es lo que
hacen muchos con tal de conservar el cargo, el sueldo o sus prebendas y es lo
que vemos mucho en cualquier faceta de nuestra vida en la que encontramos
muchos mediocres en ciertos sitios bien remunerados y que lo que conlleva es
que a los, verdaderamente, responsables de la actividad no les creen problemas
pero que, en muchos casos, tampoco sirven para resolvérselos.
Uno, servidor, está
muy habituado a ser perdedor; a pisar muchos charcos; a tener problemas y solucionárselos
como bien puede. Además, no soy de ningún club de fans, ni tengo equipo de
futbol conocido y, ni siquiera tengo grandes convencimientos religiosos o
políticos, a pesar de todo y de algunos.
Por eso, a veces, me
gusta portarme mal, explorar sitios desconocidos, vivir situaciones complicadas
y no comulgar con ruedas de molino porque, incluso, los grandes dogmas no suelen
tener toda la razón.
Pero de lo que no me
arrepiento nunca es de ofrecer mi ayuda cuando se me pide, incluso, cuando sé
que estoy a punto a ser perdedor si con ello contribuyo a aportar un poco de
pluralidad a cualquier situación o forma de ver las cosas. Me gusta se
complicado, lo cual me ha llevado a tener mi carácter, mi forma de ser y me he
creado, conjuntamente con mi derredor, esa personalidad compleja e
independiente que me ha llevado, gracias a los míos, ser el que soy y lo poco
que soy, pero me arrepiento de muy pocas cosas de las que he hecho en mi vida,
sólo de aquellas que he podido hacer, de forma involuntaria, mal a alguna
persona.
No es fácil ser libre
e independiente, pero lo intento e intento ayudar a quien considero y si
ofrezco mi colaboración lo hago sin pretensiones y sin segundas intenciones,
aunque algunos llevados por su desconfianza o inseguridad piensen todo lo
contrario
Eso pues, que a mi
edad ya es difícil de cambiar y, muy a pesar de ella, todavía me quedan algunos
charcos que pisar.
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