Con un comportamiento más cívico todo iría mejor y, probablemente, nos costaría menos.
Los ciudadanos, los de esta u otra ciudad somos muy exigentes. Exigimos unas ciudades limpias, unos impuestos bajos, unos servicios cada día mejor, una atención más personalizada y que nos dediquen más tiempo, pedimos unos servicios públicos de mayor calidad y un largo etcétera de cosas que, sin lugar a dudas, consideramos que nos merecemos. Y no lo dudo.
En absoluto dudo que no nos merezcamos
una mejora de todas nuestras exigencias y de todo aquello que pagamos a través
de nuestros impuestos. Sin embargo, nuestra aportación impositiva no presupone
que cuando saquemos al perro a pasear se mee en cualquier pared, en todas menos
en la nuestra, que el mismo defeque, por decirlo en plan finolis, en el lugar
que le plazca y que quede allí ese resto para que alguien, que va mirando su
teléfono móvil, pise tan preciado galardón.
Nosotros los ciudadanos queremos que
las calles estén limpias de lo anteriormente expuesto y, como no, de todos esos
montones de cosas que cada noche, algunos, sacan y dejan al lado de un
contenedor. Dejan un colchón, un televisor viejo de esos a los que se le ponía
la bailarina sobre su enorme cajón y un marco de plata con la foto de los
niños. Pero no sólo dejan la tele y el colchón, también la silla que sobraba o
el aparador del mueble del comedor de cuando se casaron nuestros padres y
cuando llega el verano las chanclas que se guardaron el estío pasado y que
hemos visto que están rotas o se han quedado anticuadas.
Nos gusta, también a los ciudadanos,
salir a pasear por nuestras calles y caminos para estirar las piernas y
oxigenarnos y nos encontramos, en ese cruce de caminos que todos sabemos con un
vertedero en donde algunos desaprensivos tiran, de forma incontrolada, los
restos de la obra que han efectuado en su casa o en la casa de otros haciendo
que lo que debería ser un paseo placentero, se convierta en un camino que, de
vez en cuando, hace te cabrees un poco al ver lo que encuentras en tu
recorrido.
Hace ya años, que nuestro
Ayuntamiento, el tuyo o el mío, pusieron un eco-parque. Este lugar no es otra
cosa que un sitio, que pagamos entre todos, en el que todo lo que tiras en la
calle o en los caminos lo puedas llevar allí y, de esa forma, reciclar sus
contenidos muchas veces contaminantes y que de esa forma evitas que puedan
trastocar el medio ambiente y hagan daño a la naturaleza o la agricultura.
Digo pues, que teniendo el servicio,
el lugar y la posibilidad de tirar lo que te sobra en un lugar controlado para
qué tienes que abandonarlo de forma descontrolada.
Me gusta exigir a nuestros gobernantes
calles limpias, caminos limpios, una ciudad más bonita, más amable y más
vivible, pero considero que también los ciudadanos tenemos nuestra
responsabilidad para que ello se cumpla. ¿Cómo? Sin duda teniendo un
comportamiento más cívico todo iría mejor y, probablemente, nos costaría menos.
Como acompañamiento a este artículo inserto una canción que nos introduzca y nos induzca a conservar el medio ambiente.
Joan Manuel Serrat "Pare"
https://www.youtube.com/watch?v=NQOf6duI9jI
Has dado en el clavo. Una ciudad limpia es cosa de todos y los residentes tenemos tambien responsabilidad.
ResponderEliminarNo podies haber elegit millor canso.