Cosas de la modernidad
Que alegría, ¡Dios
mío! Por fin han descubierto que las bicicletas no son, sólo, para el verano
que, con ellas, además de ir a muchos sitios, disfrutar los fines de semana por
las carreteras españolas y hacer mountain bike, también se puede ir al Congreso
de los Diputados. Que alegría, ver a sus señorías llegar con este artilugio
inventado por un tal Leonardo a la sede democrática de este Estado nuestro de
cada día. Por cierto, menos mal que en nuestra historia deportiva hay nombres
como Bahamontes, Ocaña, Perico Delgado, Indurain y otros muchos que tienen
méritos “bicicleteros” que si no igual dicen que la han inventado ellos.
Me tranquiliza ver
como una madre amamanta a su hijo ante las cámaras de televisión yo, también he
mamado, nunca he sido objeto de los flases de los periodistas gráficos ni he
asistido a la constitución de las cortes pegado a la teta de mi madre y es que
cuando mi madre me amamantaba, cual loba capitolina, ni había cortes
democráticas, ni había llegado la televisión a mi pueblo, ni se montaban los
saraos publicitarios y propagandísticos que montan algún@s en estos momentos.
Mis hijos también fueron amamantados por mi mujer y tampoco salieron nunca en
televisión, aunque tampoco es el primero que mama en el Congreso de los
Diputados, pero si el que más se ha vendido y luego reclaman derecho a la
intimidad. Yo tenía entendido que la intimidad era otra cosa. Ya los romanos y
seguramente antes que ellos, por lo de Rómulo y Remo lo digo, ya utilizaban la
teta para alimentar a los niños.
Por cierto, me
encantó la charanga ante el Congreso, es una forma de exportar parte de nuestra
cultura, pero espero que eso no se transforme en un desfile peyorativo de falta
de compromiso con nuestra tierra y sus gentes, ni dejen de venir inversiones
para nuestros pueblos y ciudades, ni dejen de mejorarse hospitales, escuelas y
atenciones a necesitados. La música es una buena terapia pero no es el remedio.
En realidad, y tras
muchas composiciones de las Cortes Generales vividas, esta ha sido la más
teatrera y no quiero decir que la más divertida, sino, tal vez, la que más pena
me ha dado, todo ello a pesar de la pluralidad reflejada en su parlamento, pero
es que me da en la nariz que la falta de principios de muchos de los ocupantes
del hemiciclo será un problema para la solución de los problemas de “sus”
gobernados, cosa que, creo, no tienen asumido.
Podrá haber más
universitarios, menos abogados, más mujeres y menos hombres y me da igual que
lleven coleta, rastas, utilicen gafas o lentillas; me da lo mismo que sean
altos o bajitos, más anchos o más estrechos que utilicen o no la guardería, todo
eso y muchas cosas más me dan igual, incluso, me es indiferente la cantidad de
dinero que cobren si es que se ganan el sueldo resolviendo las situaciones
delicadas que gran cantidad de ciudadanos padecen, un sueldo es caro o barato
no por el coste, sino por la productividad y me huelo que vamos a asistir a una
legislatura de muchas palabras y “poses” de cara a la galería sin que se vea
efectividad de parte de sus voceros, pero como estamos de moda y somos
emergentes, estamos en la cresta de la ola.
Quienes cambiamos de
década o no; quienes empiezan nuevas singladuras o no; quienes quieren vivir
aventuras nuevas o no y quienes, incluso, pensamos que pueden haber nuevas
elecciones o no, queremos que nuestros representantes se dejen de teatralidades
y bajen a la arena real, esa que no vocifera ni hace caso de las arengas de
ciertos líderes; queremos que sean efectivos y eficaces; nos gustaría que su
papel político fuera o fuese brillante y con muchos aciertos y, estos, sería el
detonante para perdonarles los errores.
En teoría, empiezan
cuatro años de cambios intensos en nuestra sociedad, pero en su transcurrir,
quedarán muchas horas de conversaciones, de diálogo, de acuerdos y de un
trabajo intenso que posibilitará el discurrir de nuestra sociedad hasta dentro
de cuarenta o cincuenta años y quienes hemos vivido una transición, vamos a
vivir otra y a pesar de las diferencias creo que esta va a ser más incierta que
la anterior y es que los líderes de antaño a diferencia de los actuales, estos,
parecen productos de marketing en una sociedad de usar y tirar en la que nada dura
demasiado.
En la otra
transición, el mayor peligro fue el ruido de sables en los cuarteles, pero se
sabía de donde venían, en la actualidad el mayor ruido se produce con la
posible fuga de capitales con las que se debería invertir en mejorar el futuro
y sin recursos, no hay progreso.
Eso, que “tiempos
modernos” como la película y esperemos que esa modernidad nos lleve a un futuro
mejor.
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