Información local, la proximidad de la información


Leo en un texto que el secuestro de periodistas ha aumentado un 127% respecto de hace algo más de un año y ello me induce a una pequeña reflexión sobre que supone un secuestro de un periodista o de un medio y me lleva a conclusiones bien diferentes, todo ello dependiendo del lugar en el que te encuentres, la paz o la guerra o “guerra y paz” tanto da, pero esta no es de Tolstoi.
Hace unas horas me enteraba, a través de ese canal tan hermoso y muchas veces tan mal utilizado como son las redes, sobre el acoso sometido a un medio de comunicación que tiene ancladas sus raíces en un pueblo de nuestra provincia; conocía  la difamación a la que a través de esta vía de comunicación, las redes, y de su anonimato, hacen algunos para desprestigiar a alguien o algo o echar por tierra el trabajo de muchos años de información que, únicamente, ha pretendido informar, desde la libertad de lo que acontece en tu población y es que informar de tu ciudad o de la ciudad en la que vives es algo bastante complicado y es que conoces a sus interlocutores.
El periodismo local es como la administración local, lo que dices, lo que haces o de lo que informas tiene repercusiones sobre unas gentes que, cada día, ves en la calle y ello conlleva mucha autodisciplina, control y autocensura. Como para que luego vengan unos u otros a decirte que eres de los otros o de los unos, pero siempre del lado contrario del que gobierna, porque el que gobierna quiere una prensa sumisa, dócil, que les haga muchas fotos y que les diga lo guapos que son, por eso cuando alcanzan el poder no admiten la pluralidad y ante esto, todos no son iguales, unos lo consienten y los otros no lo toleran.
La profesionalidad del periodista y del medio, se combate con la resistencia a la claudicación y eso duele y cuesta dinero; la veracidad de un medio se comprende con la publicación de información y ello conlleva sinsabores personales y familiares, problemas con algunos y gratas alegrías que, en contadas ocasiones, te reafirman en tu pluralidad informativa y en el buen hacer de quienes no tienen otro interés que informar a sus vecinos de lo que ha hecho su ayuntamiento, su equipo de futbol, las asociaciones locales; publican su programa de fiestas, e incluso, la opinión de aquellos paisanos más ilustrados o más atrevidos.
Sin embargo, en algunos de nuestros pueblos, y eso lo sé por experiencia personal, la información más próxima ha sido y, por lo que veo lo continúa siendo, es un sufrir cada día los avatares del poder, los caprichos de alguien que quiere ver en el espejo lo mismo que la madrastra de Blancanieves, la persona más hermosa del mundo, alguien que le diga lo bien que lo hace todo y al final, la prensa igual que el espejo, no hace más que reflejar la realidad y esta es plural y la belleza de los hechos, de los sentimientos y de la razón, se demuestra andando y está en el fondo de nuestros corazones y ahí es donde se demuestra la bondad de sentimientos.
La prensa, normalmente dócil con el poder y exigente con la oposición, es hábil para cambiar cuando cambia el poder, pero eso suele ocurrir en los grandes medios, en los pequeños la situación, aún siendo similar, es muy diferente, la proximidad hace que el trabajo diario convierta a algunos en compañeros de viaje y en la prensa no es así sino que ambos son clientes y proveedores sin que se llegue a caer en el clientelismo. Cuando esto sucede la prensa se convierte en “la voz de su amo” y cuando se llega a este punto, apaga y vámonos, pasamos del librepensamiento al dogmatismo más férreo con el único objetivo de conservar nuestra posición y sin importarnos lo más mínimo el objetivo de ella, trabajar por nuestro pueblo.
Muchos escritos hay sobre estos temas pero pocos son los que hablan de la prensa local o comarcal y el sinvivir de cuantos hemos escrito en estos medios y difundido la información local; pocas veces se han tratado los temas y las situaciones que afectan a cuantos trabajan en el espacio local o comarcal de la prensa y casi nada se habla de quienes desarrollan una labor que tiene como objetivo que el nombre de una población aparezca en los diarios, se escuche su nombre en la radio o se vean las imágenes de las fiestas de nuestros pueblos en cualquier televisión, sea cual sea su ámbito. Son los cronistas de cada época, pese a quien pese.
Poco se alaba y mucho se castiga a estas personas que, muchos de quienes nos gobiernan, condenan cara la pared cuando algo no les gusta de lo que se publica, aunque sea la verdad; aunque lo escrito, visto o escuchado sea una verdad que no intente disfrazarse con el hábito de lo que no ocurre y es que de eso en nuestros pueblos y en nuestra provincia ya se ha sufrido demasiado desde cada uno de nuestros pueblos.
A todos aquellos periodistas locales que aún hoy sufren el día a día de la marginación, de la difamación, del insulto y de la desidia, mis más sincera solidaridad, incluyendo a la familia de Paco González

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