Luz al final del tunel, gracias a Dios

Anoche, antes de acostarme, vi la televisión. Vi esa pantalla rectangular, de 42 pulgadas que mi madre tiene en su comedor y cual fue mi ilusión al comprobar que España está saliendo de la crisis, tanto económica, como afectiva así como la sentimental.
Anoche, antes de irme a la cama, vi la televisión. Y cual fue mi alegría comprobar la escasez de problemas que afectan a este país cuando las grandes cadenas, privadas, emitían sus espacios televisivos de máxima audiencia con un contenido primordial y fundamental para este país, sumido, según dicen, en una crisis profunda y con dificultades para salir adelante.
Poco antes de irme a la cama, anoche, vi la televisión y, desde luego, no me sorprendí del contenido temático de las cadenas privadas. Mientras en una podía ver DEC, n la otra Salvame de Luxe nos ofrecía las miserias de la llamada la “princesa del pueblo”, a la cual no le quito mérito por su avispada visión para vivir del cuento y en la otra la gran temática era la boda del hijo de Rocío Durcal y la ausencia de Junior, su marido, a la boda de este. Hay, Rocío, quédate quietecita donde estás por que si te levantas verás en lo que se ha convertido tu respetada familia, mientras tu vivías.
Dos grandes problemas y situaciones de gran interés para el Estado en que vivimos y que, tras ver la televisión, anoche antes de acostarme, vislumbre un alo de luz al final del túnel en el que nos encontramos con la crisis económica que nos acecha, el paro, el final del terrorismo, la clase tan baja de políticos que tenemos y un largo etc. de situaciones que nos envuelven y que son, supongo, difíciles de solucionar.
Pocos minutos antes de acostarme, a más de tres horas de que finalizaran los programas me fui a la cama un poco más tranquilo, Belén Esteban, cuyo mayor mérito fue acostarse con Jesulín y concebir una hija, dejó entrever que perdonaba a su marido por haberle puesto los cuernos, aunque decía que tenía que ganársela. Suerte muchacho por el perdón de tu mujer y sigue adelante que el camino es largo y aún, tanto a ti como a tu esposa a la que le declarabas amor eterno la pasada semana en el mismo plató, os quedan muchos más capítulos de este culebrón que llena la programación televisiva mañana y tarde y que tanto entretiene a los millones de televidentes que ven estos programas, tal y como yo hice anoche, poco antes de acostarme.
Por cierto dormí muy bien hasta que alguien a las 6’30 de la madrugada llamó al teléfono para a continuación colgar, darme un susto y romperme el sosiego de una noche en la que, por poco, sueño con los angelitos.

J. Joan Llidó (16-10-10)

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