Me voy a comer un arrocito de “Castelló” con la familia a uno de esos pueblos míos
Dice Raquel, desde Madrid en un periódico, que no quiere ser una ciudadana de segunda y lo dice con respecto a los acuerdos que han alcanzado los dirigentes nacionales socialistas con fuerzas nacionalistas y separatistas de la periferia española, esa misma periferia que no tiene el mismo concepto del Estado que tienen los centralistas, quiero decir los que viven en el centro, llámense Madrid y alrededores, como rezan los folletos turísticos.
Está claro que en
todos los sitios no todos son iguales y no tienen la misma concepción de ello,
sin embargo y a pesar de no sentirme ciudadano de segunda, como valenciano que
soy, no dejo de reconocer que siempre nos han considerado ciudadanos de segunda
y no lo digo por quejarme que no suelo hacerlo si no puedo demostrarlo.
Siempre hemos estado
infra financiados, hemos sido los últimos en tener autopistas gratuitas como no
fueran las que iban a Madrid, pero era para que ellos vinieran de vacaciones. No
tenemos, todavía tren de alta velocidad que nos una con Europa, nos oprimen desde el centro con la Ley
de Costas y los trenes de cercanías están como están y todo ello sin ser un
acomplejado de considerarme un ciudadano de segunda.
Creo que, solamente,
es ciudadano de segunda aquel que se siente acomplejado frente a otro que,
normalmente, abochorna a los de su alrededor y personas más allegadas.
Personalmente no voy a defender los acuerdos, entre otras cosas, porque no los
conozco, todavía, y no hago caso de los muchos bulos y mentiras que al respecto
circulan y que, a simple vista y con dos dedos de frente, se pueden palpar de
forma inmediata.
Tampoco voy a
manifestarme a cualquier plaza, liberal o no, en contra de los acuerdos porque
en ese caso ya lo debería haber hecho hace unos años cuando el entonces
presidente no hizo nada para evitar la situación que se llegó y al decir que
no hizo nada no me refiero a temas de soldaditos de plomo y otros menesteres
sino a algo muy importante que es el diálogo, incluso en situaciones extremas y
no con la hipocresía que muchos de nuestros políticos tienen a gala de
insuflarnos. Y, por cierto el partido contra el que ahora se oponen le dio todo el respaldo que tenía en el Parlamento.
Pues eso, es domingo
y me voy a comer un arrocito de “Castelló” con la familia a uno de esos pueblos
míos que tanto me agradan. Feliz domingo.
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