¿Por qué le llaman debate cuando es un monólogo?

A trece jornadas del gran día quieren hacernos creer que el gran día es hoy, el día en que los dos candidatos se encontrarán cara en un plató montado para que las televisiones, al unísono, conecten sus señales para que cada uno de ellos expongan parte de los planes con los que dirigirán los designios de este país.

Y digo que se verán cara a cara y no que debatirán porque, en realidad no será un debate, sino un conjunto de monólogos en los que cada uno responderá a las preguntas realizadas por el cronometrador de la forma que le venga en gana, sin que haya discrepancias ni un conversación entre ellos, es decir, Rajoy y Rubalcaba podrán entrar y salir del plató sin dirigirse la palabra, más allá de los cánones preestablecidos del saludo y poco más.

Uds. imagínense la pregunta de las iniciativas para crear empleo y la respuesta por parte de uno hará referencia a los puestos destruidos por el otro y la del otro se las ingeniará para intentar explicar que es consecuencia de la burbuja inmobiliaria que favoreció el uno, en fin, lo mismo de siempre, dos monólogos menos graciosos que los del Club de la comedia.

Nuestro diccionario define la palabra debate como la acción de debatir, es decir entablar una conversación en la que las partes hablan y se interrumpen y ponen sobre la mesa las cuestiones que les unen y las que los separan, yo entiendo lo mismo y definiéndolo un poco más es una batalla dialéctica en la que impera el respeto y se pone de manifiesto la discrepancia. Después del gran debate, ese que propiciará un cambio de persona en las riendas del futuro gobierno, comprueben todo esto y coincidirán conmigo que es mucho mejor una tertulia de un bar a la hora del almuerzo o del café, con tiempo tasado de treinta minútos, que una arenga que casi con certeza será aburrida y monótona, como son los candidatos, sosos.

Hoy, según anuncian todas las cadenas, es el gran día, no sé cuantas de ellas retransmitirán el debate, pero de todos cuantos lo verán muy pocos cambiarán el sentido del voto que tenían cuando empiece el programa; el resto, los que no lo verán y no lo tienen claro, lo de a quien votar, dejarán su determinación para el último momento y pensarán que no vale la pena verlo porque lo único que les diferenciará, seguramente, será la corbata, porque el resto será igual, tanto en el plató como el acción política.

Hay algunos campos en los que otros países nos adelantan y han perdido el temor de muchas cosas y por ello ofrecen unos debates en los que la espontaneidad de los intervinientes a pesar de las grandes maquinarias que llevan detrás para promocionarles intentan que florezca el lado más simpático, más tierno y más humano sin dejar de hablar de los temas importantes, está claro que en la situación actual no estamos para chascarrillos, pero al menos si que nos gustaría conocer un poco más al hombre y no al candidato; quisiéramos saber más de como llegar a conseguir algo que del mensaje confuso e indefinido que nos lanzarán, en fin que mañana martes, ese día que llega después del lunes, volverá a tener su mercado en Burriana, eso si, si no llueve.