El Magnífic con mucho arte
Tras muchos años
escuchando sandeces en el salón de plenos de nuestro Magnífic, por fin, se ha
hablado en él de arte, pero no para alabarlo, sino para criticar la forma de
expresión artística de un colectivo que así lo considera. Pero como el arte es
como la gestión política, que no se gobierna bien para todos, allí pasó lo
mismo.
Pero lo que quedó de
manifiesto es el nivel de tolerancia cultural y artística de algunos de los
integrantes que ocupan los escaños de la oposición que con un lenguaje
barriobajero y ofensivo para los artistas y la cultura, la emprendieron contra
quien no ostenta sus parámetros artísticos, que tras lo visto, somos muchos.
No voy a manifestarme
sobre si me gusta o no, no es ese el caso, pero lo que si que está claro que el
arte contemporáneo tiene de estas y de otras muchas cosas y que, al menos, esta
manifestación artística ha servido para que se hable de los planteamientos
artísticos actuales, aunque algunos mejor se hubieran callado.
Desde mi punto de
vista el arte te gusta o no te gusta; te entra por un ojo o por el otro; pero
de ahí a manifestar lo que se dijo en el pleno y lo que algún@s han publicado
en los medios, es para decir que hay mucho atrevimiento.
Los museos de arte
contemporáneo están llenos de obras de estas y de otras característica y, por
cierto, Burriana tiene a un hijo predilecto al frente de uno de los museos de
arte contemporáneo más importantes del mundo, El Reina Sofía de Madrid, y si
hubiera escuchado lo que se dijo en el mismo lugar en el que se le nombró hijo
predilecto por su trayectoria artística, seguramente, se hubiera sonrojado o
hubiera devuelto tan insigne y merecido título.
Indudablemente arte
es lo que ha faltado en el consistorio burrianense los últimos años para sacar
adelante una ciudad que han endeudado hasta la saciedad, una población triste y
entristecida por quienes han hecho lo que les ha venido en gana; han sido
incapaces de llevar hacia adelante proyectos que sirvieran para proyectar esta
ciudad hacia el exterior; han dejado perder un edificio, aún aprovechable, como
es el antiguo IES Llombai; han cerrado museos y perdido infinidad de
oportunidades y, además un largo etc de “no logros”.
Lo que hay en el Pla y en la Mercé, comparado
con el arte que se ha derrochado en el interior del Magnífic, es una catedral.
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