Estaba de reflexión

Queridos amigos, hoy estoy de reflexión, estoy intentando ponderar mi voto, aunque, a veces lo de ponderar mi voto me produce una serie de turbulencias internas que me hacen sopesar, en exceso, la oferta existente.

Hoy, estoy meditabundo sobre el acto que tengo que realizar mañana entre las nueve de la mañana y las ocho de la tarde; un acto que conlleva mucha responsabilidad y que puede tener una gran importancia en mi vida y en la de mis compaisanos por tal de elegir, con acierto, la opción más conveniente.

Estoy en la encrucijada de elegir una de las cuatro opciones mayoritarias que se presentan a las elecciones y por un lado tengo la posibilidad de elegir la continuidad de lo que hay, cosa que, visto lo visto, es muy improbable porque a mí me gusta un partido que se entere de lo que hacen sus cargos políticos y no que se excusen en que yo no sabía nada.

Tengo otra opción, al otro lado del extremo, en que hay un conglomerado de intereses y de fuerzas que en su conjunto no me gusta por el equipo dirigente nacional, aunque en la opción más nuestra hay fuerzas que no me importaría votar y que creo, sea cual sea el resultado, no ha sido una decisión acertada, pero a ese engreído déspota disfrazado de camisa blanca, pelo largo y visionario de pro, no se merece mi voto meditado, para eso aún no he perdido la suficiente lucidez para que obtenga mi respaldo.

Me quedan otras opciones más centradas, una más nueva y otra con muchos años de vida cuyo transcurrir, a pesar de sus diferentes altibajos y de los errores cometidos, creo, por esta vez, que presenta, por fin, un candidato y un equipo, sobre todo el equipo, que puede ser capaz de llevar a este país hacia el futuro que se merece, puede ser capaz de establecer un poco de cordura a una política insocial sin que excesos y corruptelas llenen cada día los titulares de los medios de comunicación.

Sigo pensando. Dándole vueltas a ese ventilador de las ideas para que me lleve a la decisión final y por más vueltas que dé siempre llego a la misma conclusión y es que, a pesar de que dé una vuelta más, la conclusión es la misma. No veo con claridad otra opción y es que no me gustan los experimentos políticos, ni las promesas mesiánicas, ni un programa ideológico que se venda por catálogo y a precio de saldo, nunca me han gustado las ventas de buzoneo y menos las rebajas.

En fin, eso, que seguiré pensando hasta que deposite mi papeleta y de esa forma, con posterioridad, podré hablar y exigir lo que me prometieron.


P.D. Después de ver los finales de campaña y encontrarme con la Monica Oltra en Madrid, ya no le doy más vueltas al ventilador, me reafirmo.

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