Hay experiencias difíciles de explicar

Acabo de vivir una experiencia de las más hermosas de mi vida. Compartir cuarenta y ocho horas en tres días con un grupo de gente que, casi, no conocía a pesar de haber pasado una porción de mi tiempo con ellos hace, aproximadamente, medio siglo.

Tras ese tiempo transcurrido, a finales de la década de los sesenta, del centenar de personas que nos juntamos no había vuelto a ver, prácticamente, a nadie a pesar de que algunos, más de una vez, habían estado presentes en mi pensamiento. Fue una experiencia impresionante, llena de sensibilidades y sensaciones, compartidas o no  pero que formaban parte del momento. Sólo reinaba lo que decíamos cuando estudiábamos, compañerismo.

Como preparador de algunas cosas, veinticuatro horas antes hubiera tirado la toalla; me entró el miedo escénico, el pánico a que no saliera bien, era muy arriesgado juntar a un centenar de personas tras casi medio siglo de desconocimiento el uno del otro, sin embargo, ahora, me hubiera arrepentido si la hubiera arrojado.

Allí encontré a cien seres humanos con una vida vivida y mucha, aún, por vivir. Me junté con jóvenes sesentones ansiosos de revivir historias compartidas y experiencias que forjaron sus separadas vidas unidas, ahora, por una ilusión de alguien que echó a andar un proyecto tan ilusionador y emocionante que, en algunos momentos, había que ponerle freno a su ímpetu. Gracias por ello.

Apenas una pequeña porción del tiempo que cada uno hemos vivido juntos ha servido para que naciera un nuevo sentimiento que estaba aparcado en el fondo de cada una de nuestras vidas y que personalmente me ha servido para cerrar algunas heridas que tenía abiertas en el fondo de mis pensamientos y de mi forma de ser. Di carpetazo a algunas sensaciones y fantasmas que han fluido en mis pensamientos muchas veces y que, a partir de ahora, han dejado de ser miedos y malas vibraciones.

Durante la convivencia se habló tanto de pasado como de presente. Sin tapujos, sin añoranzas y al mismo tiempo sin miedo al devenir, a lo que todavía está por llegar y que esperamos que sea mucho y durante mucho tiempo, aunque todos éramos conscientes que ese tiempo, aún siendo largo, es cada vez más corto.

Se quedaron muchas dudas en el tintero y especialmente los razones de las expulsiones de muchos, sin embargo, a estas alturas ya “nos sobran los motivos” para no importarnos y es que el regreso al lugar es la prueba de que, a pesar de algunos detalles, no había rencores ni malas sensaciones.

Reitero la positividad de la experiencia; la recuperación de personas; el agradable sentir de positivas vibraciones y de un encuentro inolvidable que, no sé si se volverá a repetir, pero que con toda seguridad me ha servido para mucho. Especialmente para reafirmarme en ese sentimiento, como dijo alguien durante su intervención, de humanismo que imperó durante todo el tiempo que nuevamente compartimos juntos, antes y ahora. Suerte a todos chicos.
Esta es una imagen de aquellos jovenes sesentones  con los que me reuní.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Jenaro y no Genaro

Burriana no puede perder tantos trenes

Sr. Alcalde de Burriana – Borriana, això no es res per al mal que el Sr. Albiol farà a la cultura del seu poble.