Pasión, decisión, entereza y suave voz.


Hacía varios meses que no acudía, por diferentes motivos, a algún pleno municipal de nuestro Magnífic y salvo el orden del día, que se modifica según los planteamientos y necesidades lo demás todo sigue igual.

Gobierno y oposición siguen en sus trece, en sus mismos planteamientos, acertados para ellos y desacertados para otros, entre los cuales me encuentro. Y ese desacierto se refiere a ambas bancadas las de quienes ejecutan y las de quienes se muestran reticentes a cualquier iniciativa que pueda suponer algo de progreso a una población que requiere de mucho esfuerzo común para salir de una situación aletargada en el tiempo y que, hasta la fecha, nadie ha sido capaz de encontrar o de dar el pistoletazo de salida.

Comenzó el pleno y terminó con rapidez hasta que llegó el punto de ruegos y preguntas y fue ahí donde apareció la insolidaridad entre los grupos municipales que no hicieron más que echar sospechas, infundadas, sobre un equipo de gobierno que pretende llevar a cabo algunas cosas en algunos puntos de nuestra ciudad y al buen hacer y preguntar del Sr. Losada, se le nota que no pretende ser un político, le siguió el preguntar del Sr. Fuster quien su “adoctrinamiento político” se hace muy patente a través de los cursillos de formación que le imparten en su partido y a los que asiste con ambición de futuro político.

Tras las intervenciones populares llegó el turno de la concejal de CIBUR caracterizada por su estilo particular, incisivo, mordaz y algunas veces fuera de lugar y ofensivo, finalizando el turno la representante de Ciudadanos que anda un poco a remolque de lo que dicen los demás al ser la última en intervenir.

El tema estrella se situó en la terraza Payá y en la propuesta efectuada por una cadena de supermercados de ejecutar algo en ella, aún sin especificar, y las acusaciones lanzadas sobre su “supuesta” privatización encubierta, que son lanzadas por los grupos opositores que, algunos, no recuerdan lo que costó este emplazamiento o la compra de un teatro Payá, sin fila ocho, o lo que costó su rehabilitación o la incapacidad para sacar hacia adelante la Unidad de Ejecución del Camí València, estancada varios lustros y que vio la luz verde en ese mismo pleno.

Todo ello por no recordar el disgusto que supuso para la oposición la consecución de fondos del programa EDUSI. En fin, eso, que cuando tenemos alegrías y hay que apoyarlas, algunos, son capaces de convertirlas en momentos de dolor en vez de disfrutar con su consecución y aportar ideas para conseguir muchas de las subvenciones que, hasta este momento, jamás habían llegado a nuestra Magnífica ciudad.


Las críticas mentales a la gestión opositora se suavizan gracias a que escucho la melodía de “el patio” que canta con pasión, decisión, entereza y suave voz Pablo López que lanza un mensaje de nostalgia y dolor y, a la vez, de esperanza en el futuro para quien vivió la historia. La misma pasión, decisión, entereza y suave voz que requieren nuestros munícipes para dirigir esta ciudad que tiene muchas posibilidades y la mayoría de ellas muy desaprovechadas.

El otro tema estrella y estrellado fue, como desde hace treinta años, el Arenal. Lo dejo para otro día.

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