Arenal Sound, algunos estaríamos más contentos


Leo, escucho y veo numerosas quejas sobre el festival que recientemente se ha celebrado en Burriana, el Arenal Sound, un festival que, como otros, es decir todos, tiene sus defensores y detractores y, como siempre, a quienes más se les lee, escucha y oye, es a los detractores, a quienes se quejan, no sin razón, de la suciedad que dejan sus participantes, la incomodidad y dificultades del aparcamiento y el uso exclusivo durante varias semanas de una playa privada, cosa que está prohibido  por la Ley española.
Digo pues, que frente a todos ellos, yo voy a defender el festival, no sin reconocer todos sus fallos, que no son pocos y omitiendo sus prebendas, que son demasiadas.

El Arenal Sound puede ser un buen festival. Puede ser la punta de lanza del desarrollo turístico de una ciudad que no se si lo desea. Puede reportar beneficios a unos ciudadanos que lo necesitan porque en ello va mucho y si se sabe hacer ese mucho será bueno si se negocia una ubicación adecuada, unas fechas adecuadas y una capacidad asequible a las posibilidades de absorción del territorio.

Y digo todo esto porque quiero que, frente a los catastrofistas, el festival continúe celebrándose en Burriana y que podamos exportar con orgullo un festival que nació y que se siga celebrando, dentro de muchos años, en la ciudad en la que se produjo el parto. Pero, a pesar de las recientes fotografías triunfalistas de organizadores y supuestos gestores municipales, las cosas no están claras, las sonrisas retratadas no son sinceras y el futuro, a pesar del año que queda en el contrato para su celebración, ese futuro, digo, no está asegurado y todos ellos lo saben pero ninguno lo dice claro. Juegan al gato y al ratón.
Es indudable que el precio hace que el festival sea atractivo. Que la ubicación es buenísima para aquellos mesetarios que buscan el sol y la playa y si además le añades la música y otras cuestiones intrínsecas al evento, miel sobre hojuelas. Y eso que los “giris” aún no lo han descubierto, no se si cuando abran el aeropuerto de Castellón llegan a descubrirlo, puede ser la repera. El low coast es lo que se lleva.

Repito, estoy defendiendo un festival del que me gustaría que la calidad predominara sobre la cantidad; que se abriera hacia la ciudad que los acoge; que quienes vienen a pasar unos días entre nosotros los disfrutaran y se llevaran la misma buena impresión con la que nos podríamos quedar nosotros, porque con lo actual casi nadie se queda contento del todo y si además de todo ello nos traen alguna figura importante del panorama musical que destaque sobre los carteles que se han configurado hasta la fecha, mucho mejor, algunos estaríamos más contentos

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