Recuerdos de muertos que suenan vivos



Hace unos días fallecía, allá por el cono Sur, uno de los mitos del S.XX, uno de esos hombres que inspiran confianza, que se les ha visto ecuánimes en sus convicciones y firmes en sus pensamientos, justo tres jornadas antes que conmemoráramos un nuevo aniversario del fallecimiento de ese ”escarabajo” de gafitas redondas y que entre sus muchas obras buenas nos dejó “Imagine”-
Y sin pensarlo, hace ya treinta y tres años que le seguimos recordando y sin saberlo lo recordamos vivo, porque a los músicos se les recuerda vivos, me ocurre lo mismo con la familia Strauss cada año con el concierto de Año Nuevo. Aún sin conocerlos, es como si les conocieras de siempre y no hubieran abandonado este mundo cruel y vil en el que vivimos que entre sus muchos méritos está el de honrar a los villanos.
En fin, se acerca la Navidad y que conste que no es una amenaza y en todo caso la amenaza no sería yo mimo, sería la radio, la prensa y la televisión, ahora bien en este momento Canal 9 no tiene la culpa de anunciar las colonias, los juguetes, los turrones y todos aquellos artículos que, esos grandes almacenes que nos anuncian la primavera, el otoño, la Navidad, los enamorados y otras fechas, tratan de vendernos. Y digo que Canal 9 no tiene la culpa porque, por si no lo sabías nos la han cerrado y si bien no lloramos, si que lo lamentamos, aunque ahora para compensar pondrán una asignatura en los centros sobre tradiciones y costumbres. ¿Y los que ya no estamos en edad escolar? Podrían hacer como con el carnet de conducir, hacer cursos de actualización. No se por qué, pero no me huele muy bien conociendo a nuestros políticos.
Recuerdo, sin nostalgia, que en mis primeros años de estudiante teníamos clases de urbanidad y a buen seguro que me han servido para algo en la vida. Teníamos largos momentos de silencio para pensar en uno mismo y en lo que querías, aunque, casi siempre, los pensamientos no los conducíamos por donde ellos querían, sino por donde nosotros deseábamos como una forma de romper con los clichés y tabúes que no tenían fronteras y volaban más allá del freno imperante por los silenciadores.
Nada eso, que a puertas de la Navidad y con la mayor parte de las poblaciones decoradas con motivos de la época, las calles de Burriana continúan sin el encendido de las mismas; sigo sin habituarme la vista a las luces del Pla, me parecen pobres, míseras y propias de lugares en los que se quiere reintroducir la especie del murciélago, que sin lugar a dudas huirá de otros lugares con contaminación lumínica para habitar en el centro de la ciudad que nos acoge y que por cierto, creo que será la única que no tiene, ni ha tenido un mercadillo navideño y en la que escasea el ambiente de compras del que otrora presumieran los comerciantes como centro de compras comarcal. Una pena.
Así es, a puertas de las fechas más familiares y entrañables del año, recupero la letra para escribir esto que acabas de leer con la intención de referirme, en el próximo artículo a un tema dedicado a los perros, si, si …. A los perros, no a los que imaginas, no, a esos animales de cuatro patas de los que tengo uno que apenas levanta un palmo del suelo. De los otros perros ya hablamos el resto del año y el 2014 lo tenemos entero para dedicárselo..

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