La lotería no nos tocará si no jugamos a ella.



Hola Rosa. Continúo a oscuras y no lo digo por lo del último artículo en el que hablaba de la escasez lumínica que hay en el Pla, antes con exceso de contaminación lumínica y ahora a dos velas, no, digo que estoy a oscuras refiriéndome al pensamiento, algo así como parco de ideas, que no es ni poco, ni bueno.
Y en estas fechas de Navidad a las que nos acercamos y en las que ya estamos inmersos en esa vorágine consumista, por un lado y solidaria por otro, afloran los buenos deseos y los sentimientos que duran lo que cuesta decirlos y el sorbito de cava que llega a continuación, pero en fin, que le vamos a hacer, los humanos somos así, frágiles de memoria y repetimos mil veces los mismos errores.
Oye, por cierto, como en el último artículo dije que hablaría de mi perro y a mi me gusta cumplir, siempre que puedo, lo que digo, voy a hablar de eso, de mi perro, ese con el que se me puede ver varias veces al día paseando por las calles de nuestra ciudad y que siempre está preparado para salir, es algo así como el niño que sólo quiere compañía y calle para correr y pasear, un parque por el que correr y que le hagan cariñitos, porque él, “Bobi”, es cariñoso, alegre y simpático aunque a veces, cuando alguien llama al timbre, se acerca al coche con él dentro o cuando alguien me mira mal, saca su genio para protegerme/nos de los posibles enemigos.
Dicho esto de ese “bichito de cuatro patas” cambio de tercio para hablar de otras cosas, aunque esas otras cosas no sean tan agradables ni celosas como él, aunque puesto a buscar temas prefiero, hoy, hacer bondad y comentar los buenos deseos que tengo para todos. Para unos y para otros; para los de arriba y los de abajo; para los de delante y los de detrás; para los de la izquierda y los de la derecha, porque si a todos nos va bien, todos funcionaremos mejor y no existirán tantas colas en las organizaciones benéficas, tantos desahucios; tantos males que nos acechan y al mismo tiempo tiempo no nos costará tanto pagar el recibo de la luz.
Todo son buenos deseos los que tengo hoy para quienes nos gobiernan desde la tan endeudada Casa Consistorial; a quienes han cerrado nuestra televisión autonómica desde el Palau de la Generalitat o a quienes mandan desde la Moncloa sin, muchas veces, coger el toro por los cuernos, lo mismo que a aquellos que tienen responsabilidades políticas, sociales o empresariales en cualquier lugar.
Todo son buenos deseos, pero aún con ello y contando con conseguirlo, pongan algo de esfuerzo por su parte. La lotería no nos tocará si no jugamos a ella.
BON NADAL

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