Año de Mierda

Finaliza el pandémico año 2020. Con él quedan atrás muchas cosa, la mayoría no buenas, aunque si supiéramos sacar lecciones de lo que suele ocurrir en nuestras vidas a pequeña o gran escala, desde el ámbito personal, familiar, local o general, deberíamos aprender muchas cosas.

Deberíamos apreciar, primeramente, la importancia de la salud. Lo frágiles que somos. Darnos cuenta de lo que nos rodea y quienes nos rodean, de quien nos quiere y a quienes queremos. Deberíamos darnos cuenta de lo poca cosa que somos frente a la naturaleza, frente a las situaciones que vivimos y, como no, que nuestra condición humana, en líneas generales, es más fácil que nos lleve por el mal que por el buen camino.

El resumen del presente año, al que apenas le quedan setenta y dos horas, se resume en una frase muy corta, “Año de mierda” y así puede ser si no somos capaces de darle la vuelta a esta mala situación que estamos viviendo.

No aprendemos nada si no sabemos interpretar los aplausos a quienes estuvieron trabajando día y noche para intentar salvar una crítica situación. Continuaremos igual si somos incapaces de solidarizarnos con quienes más lo necesitan. Seguiremos viviendo de la misma forma insolidaria con nosotros mismos, con la naturaleza o el medioambiente si no sabemos apreciar estos envites que nos brinda nuestra forma de ser y de vivir en la que el poder económico y político parecen ser los únicos objetivos del ser humano.

Si el 2020, ese año de las fallas suspendidas, la Magdalena suspendida, les Fogueres suspendidas, los sanfermines, Misericòrdia, Mare de Dèu de Gracia, Santa Quiteria i Sant Joan, suspendidas por un bichito de ojos rasgados que vino del mismo lugar del que en los próximos días llegarán los Reye Magos, si, de allá, de Oriente y que en lugar de regalos nos trajo una crisis de salud mundial que tendrá una repercusión con trascendencia más allá de la propia salud, bien sea pública o privada.

Será un “Año de Mierda”, un año para olvidar, para quemar tantas y tantas cosas que han ocurrido en los primeros monumentos falleros que podamos plantar, sea cuando sea su “plantà” y que no será, probablemente, en el mes de marzo del año que iniciaremos en tres días.

Queda, todavía, mucha pandemia que atravesar. Mucho dolor por las muertes ocurridas y por las que aún están por llegar. Queda, también, muchas miserias por vivir; mucha insolidaridad, de todo tipo, pendiente de manifestar y nuestros gobernantes, gobierno y oposición continúan trabajando para que los ciudadanos pensemos que están buscando la solución cuando, ellos, sólo piensan en captar votos, no para solucionar nuestros problemas, sino para conquistar el poder unos y no perderlo los otros, aunque en esta ocasión me quedo con el gobierno, a pesar de todo.

Nos quedan horas de este “Año de Mierda” y empezamos un año de esperanza y de ilusión para que los vientos que nos han traído esto comiencen a girar para que un nuevo orden nos traiga algo mejor que lo que tenemos.

2021, tampoco te lo ponemos tan difícil

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