Una gran cantera para asegurar el futuro


Es un domingo fresquito de esos nuestros inviernos suaves a la orilla del mar. No llueve tras los cristales gélidos de esa ventana que me conecta con la Plana, sus carreteras y sus caminos. Apenas se escucha el bullicio de la gente por la calle y es que las grandes superficies han abierto sus puertas para, a través de la rebajas, sacarnos los restos del peculio que nos ha sobrado de las suculentas fiestas comerciales que acabamos de dejar atrás, justo en el momento en el que los niños reciben, absortos y nerviosos, los regalos que les traen SS.MM. los Reyes Magos.

Cae la tarde, la noche se va adueñando del cielo y de las calles que encienden sus luces, ya sin adornos navideños, y es en ese momento, harto de lo que estoy viendo, cuando recuerdo que hay organizado un concierto de un trío musical que, todavía no había escuchado.

Me dirijo a la sala de actuaciones, gente en alguna terraza, unos pocos que van en mi misma dirección y lugar, una señora que pasea un perro con su botellita de agua en la mano para limpiar lo que su mascota miccione. Poco a poco voy llegando al lugar de la actuación.

Cinco personas hacen cola en la churrería para comprar churros o buñuelos recién hechos y calentitos. Un señor con otro perro y su botellita correspondiente acerca al can a la palmera que hay frente al mercado, dos niños juegan a la pelota en la pared de la Casa de la Cultura mientras algunos observan los escaparates comerciales de las tiendas.

Llego al lugar, un centenar de personas esperan pacientes el momento del inicio del concierto, tomo asiento mientras saludo a conocidos y otras personas hacen lo mismo a la espera del momento del comienzo.

En el escenario un piano espera las ágiles manos que lo van a acariciar. Es negro y a su alrededor encontramos tres sillas y dos atriles. Al momento salen los músicos, uno lleva el clarinete en la mano y su compañera el violonchelo, mientras que dos jóvenes más les acompañan, uno es el pianista, no veo sus manos para descubrir quien es hasta llegar a la banqueta correspondiente y el otro es quien pasará las hojas de la partitura del pianista mientras transcurra la pieza musical.

Magistralmente interpretan a Brahms y a Beethoven y una pieza de regalo más contemporánea. El público aplaudimos contentos y satisfechos de lo que acabamos de oir y, también, orgullosos de los muchos jóvenes burrianenses que han hecho de la música su afición, su vocación y su profesión.

Todo ello es una muestra del gran trabajo de la banda de música, del conservatorio y de todas aquellas agrupaciones que trabajan por la cultura y que tienen una gran cantera para asegurar el futuro. Precioso final para una hermosa tarde de domingo invernal.

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