Estrategias que no estrategas
Veo, tras haber visto
el último pleno municipal de nuestro Magnífic, que la mala educación ha
regresado a nuestro hemiciclo más inmediato, siendo esta, la mala educación, una
actitud que hacía muchos años que no recordaba y en la que predomina el insulto
y el escaso interés en solucionar algún que otro problema de la población a la
que representan y en la que vivimos, somos o nos sentimos. A lo mejor no es que
haya vuelto, es que no se había ido nunca, únicamente estaba sentada en el
poder disfrazada de soberbia.
Analizo que estamos a
un año de las elecciones municipales y, lejos de lo que habitualmente ocurre en
casos de equipos de gobierno con diferentes partidos que a estas alturas
deberían estar rompiendo el pacto, es la oposición la que, ante la unidad
demostrada, se enfurece contra el poder establecido y recurre a todas esas
artimañas en las que lo que más destaca es la mala educación de quienes la
practican.
Veo a un partido
popular en el que las espadas están en alto por encabezar la próxima
candidatura municipal y en la que sus representantes, tres voces, andan
haciendo méritos para ser el “number one” y para ello mientras unos utilizan el
mismo lenguaje ofensivo de su lideresa autonómica, no hay nadie que sepa
utilizar el talante dialogante y cortés que practica el también miembro de su
partido y a la sazón presidente de la Diputación. Mi conclusión es que están
haciendo méritos hacia el lado que a mí no me gusta pero, la verdad, no es a mí
a quien tienen que gustar.
En la misma bancada
de la oposición también hay estrategias y pugnas, que no se comentan, por
encabezar dentro de un año la misma candidatura. Digo pues que siguen con los
insultos y las descalificaciones hacia algunos de los componentes
gubernamentales que no saben, en algunas ocasiones, como terminar unas
discusiones que se zanjan simplemente con una frase “le contestaré por escrito”.
Punto y final. Todo ello por no aplicar con mano firme, por parte de quien
dirige la sesión, el reglamento correspondiente.
Hay quien sólo se
aplica derechos sin darse cuenta que sus derechos de libertad y de expresión
finalizan cuando empiezan los derechos de libertad de quien tiene enfrente. Lo
otro se le llama por un lado dictadura y por otro libertinaje. Tome la
definición que considere más oportuna.
En fin, eso, que tras
muchos años de presencia en nuestro parlamento local como espectador, estoy
recordando aquellos años en lo que el insufrible “barrusca” se convirtió en el
acosador del equipo de gobierno dirigido por el socialista Juan Sanchordi en el
que hubo de todo menos educación para luego venderse al mejor postor. Tiempo al
tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario