Ese hoy me gustaría que lo analizara quien lea estas letras.
Leo, con cierta
vergüenza, la impasibilidad, el descaro, la sinrazón y otros muchos adjetivos
que se podrían colocar a la noticia del inicio del expediente de demolición del
antiguo edifico del IES Llombai, un solar que la Caja Rural cedió al
Ayuntamiento y este a la Conselleria d’Educació para que se usara para fines
educativos.
Ahora, pasados muchos
años desde su inauguración y unos pocos menos desde su abandono, va a iniciarse
ese proceso de demolición que lo va a convertir en un solar y que,
posteriormente debería revertir al Ayuntamiento y ¿posteriormente a la propia
Caja? si no se le da el uso para el que inicialmente se cedió, pero como las
cosas son como son, ya veremos en qué queda.
Hace ahora veinte
años, el entonces candidato a la alcaldía de Burriana, Alfonso Ferrada con el
objetivo de enseñarnos, a los periodistas, lo mal que lo estaba haciendo el
partido gobernante, a la sazón el partido socialista, nos llevó a ver los
edificios que albergaban el antiguo colegio Hortolans, el lugar en que hoy se
encuentra la EPA, el centro Antonio Pastor y el Casal Jove, entre otras
instalaciones y el resultado de la visita fue espectacular, ventanas
arrancadas, todo el material mobiliario roto, esparcido por el suelo, etc.
Incluso, recuerdo, un piano roto en la escalera de acceso a la primera planta.
Todo ese tiempo
después, volvemos a vivir la misma situación, pero en esta ocasión en otra zona
geográfica de la población, no sin recordar que existen otras instalaciones
carentes de uso en nuestra ciudad como pueda ser el antiguo ambulatoria de la
calle Valencia.
La historia es tozuda
y perseverante, repetitiva y cíclica y nosotros o mejor dicho, en este caso,
quienes nos gobiernan vuelven a tropezar con la misma piedra y lo que
denunciaron y les sirvió, entre otras cosas, para conseguir el poder les va a
servir para lo mismo, que otros lo alcancen, no por méritos propios sino por
demérito de quienes han dirigido las diferentes áreas de una ciudad que se
merece algo más de lo que tiene. Posibilidades no le faltan, aunque nadie encuentra la
fórmula para optimizarlas.
Ahora, tras los
destrozos, se quieren derruir unos edificios que han visto pasar por sus
pasillos y han escuchado en las aulas las sabias palabras de unos profesores
que se han esforzado en educar en la cultura de la sostenibilidad y del
reciclaje, lo sé y lo afirmo.
Se quiere derribar,
probablemente para que no se vea la vergüenza de lo que desde el Magnífic y
desde la Generalitat, léase conselleria d'Educació, se ha consentido sin el más
mínimo interés por conservar el patrimonio de todos, si, de todos, tuyo y mío,
un patrimonio que de forma progresiva ha ido viendo como las denuncias o avisos
de robos y saqueos en sus instalaciones han convertido este espacio en un lugar
que nos puede recordar algunos bombardeos de zonas en guerra.
Desde que se
abandonaron las instalaciones del antiguo IES
Llombai, el colegio Cardenal Tarancón, continúa en barracones; se han
hecho y se necesitan espacios para grupos musicales, centros de reunión de
asociaciones deportivas, culturales, vecinales, etc. y otras asociaciones
requieren de lugares en los que compartir vivencias, cursos, y otras
actividades que conviertan a esta en una ciudad en la que destaque la palabra,
el diálogo y la visión de un futuro que se ve muy negro de no producirse en
nuestro Magnífic los cambios que Burriana requiere para que su futuro
“recomience” de una vez por todas. Todos lo necesitamos y en nuestras manos
estará en algo más de cincuenta jornadas, yo no pienso esperar a reflexionar la
víspera, lo he hecho ya y he llegado a la conclusión de que el asiento
presidencial del salón de plenos requiere, con urgencia, un cambio de siglas y
una apuesta por una fuerza con futuro y no de experimentos de laboratorio cuyo
asamblearismo y personalismo, en esta ciudad ya tenemos experiencia y nos han
llevado a hoy.
Ese hoy me gustaría
que lo analizara quien lea estas letras.
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