Con una sonrisa en los labios
Sin darnos cuenta ya estamos
en Navidad, nos lo ha dicho El Corte Inglés, los anuncios de turrón, los de
cava, las colonias y la televisión en general inyectándonos ese espíritu de
solidaridad que aflora en estas semanas y cuya duración estimada debería ser de
trescientos sesenta y cinco días al año.
Sin embargo, nuestros afanes
son los de comprar, consumir y gastar, al fin y al cabo eso es nuestra
sociedad, nuestro mercado y ello nos lo dicta nuestro espíritu de conseguir
cosas, aunque a algunas de ellas, después de comprarlas, no les damos utilidad.
Apenas quedan diez días para
la Nochebuena y todavía no tenemos los regalos para esa noche, ni los de Reyes,
ni el amigo invisible de la cena de empresa, ni ………. otros objetos de consumo
que son los que mueven la economía, la creación de puestos de trabajo en
empresas, en restaurantes y si no compramos, no vamos a los restaurantes, ni
preparamos comilonas, no hay de todo lo anterior, con lo cual es la pescadilla
que se come la cola.
En fin, eso, llega la Navidad
y nos sentimos más sensibles hacia los demás, mientras los bancos siguen
desahuciando a más de cien personas al día en nuestro país; la denominada, en
su día, primavera árabe continúa siendo un “otoño caliente” lleno de violencia,
desplazados y sin conocerse, a ciencia cierta, el futuro desarrollo de sus
conflictos; del ébola ya ni se habla, no en vano los casos de contagio en los
países desarrollados han sido vencidos mientras en sus países de origen
continúan las muertes, nada que todo sigue igual, muertes en el Mediterráneo,
en las grandes tormentas tropicales del Pacífico y un largo etcétera de
acontecimientos que estos días veremos en imágenes por nuestras televisiones,
pero, no sintonicen nuestro canal autonómico porque hace más de un año que ya no
funciona.
Aquí, en nuestra proximidad,
más de lo mismo, el endeudamiento autonómico continúa creciendo; en nuestra
población, aburrimiento total y de cara al Año Nuevo, lo dicho, más de lo
mismo, al menos hasta mayo, luego ya veremos, si somos listos algo debe
cambiar, si no ya lo saben ajo y agua que las previsiones no son nada
halagüeñas por más que no digan y, si no, salgan a la calle y verán la alegría
de los ciudadanos, sobre todo en los bolsillos porque muchos piensan aquello de
que “al mal tiempo buena cara” y, eso pues, pongan buena cara, al fin y al cabo
es una forma de ver la realidad con una sonrisa en los labios. Y, además, cuesta lo mismo.
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