Gracias por todo Paco

 Dicen que cuando se va un amigo queda un espacio vacío, sin embargo la dimensión del mismo, el vacío, depende de la manera, de las formas y de los modos de irse. Hay espacios pequeños, medianos grandes e inmensos y este último es el vacío en que me encuentro tras la tu partida.

Quisiera leer versos, sabes que algunas veces lo hago, pero no puedo. Me gustaría reemprender este libro que me tiene enganchado, pero no me concentro. Sólo quiero ocupar mis pensamientos en ese hueco que, a partir de ahora, quedará en mi pensamiento y en mi corazón con tu nuevo rumbo.

Sabía, desde hace tiempo, el final de la historia. Conocía tu estado y que, también has tenido tu tiempo de prórroga que he intentado disfrutar con tu presencia. No sé si habré/habremos estado a la altura de lo que merecías, intentarlo lo he/hemos intentado y mi/nuestro deseo ha sido estarlo.

A partir de hoy ya sólo quedan los recuerdos. Los momentos vividos con mayor o menor intensidad, las noches a la fresca con el café, el helado o el orujo que nos traía nuestro amigo bilbaíno de Galicia y que abríamos los días señalados o la noche que queríamos tener una excusa. Los viajes, las complicidades y algo muy hermoso como es el afecto del que han disfrutado nuestras familias desde el primer instante en que nos conocimos hace ya tres décadas.

Ya no tendremos esas tardes empapados en los que, sólo, el agua escuchaba nuestras confidencias y comentarios sumergidos en el líquido elemento algunas tardes de los intensos estíos que hemos compartido.

Ayer se resquebrajaron muchas cosas al coger el olvidado teléfono en la mesa de un despacho y comprobar las llamadas perdidas. No hacía falta que contestara. Enseguida intuí la noticia. Respondí y me lo confirmaron. Al otro lado del teléfono una voz, la de tu hijo, con un nudo en la garganta me corroboraba la noticia que no me hubiera gustado escuchar. Se acabó.

Ráfagas de momentos surcaron mi mente y personas queridas, tu mujer, nuera, nietos y otros amigos me vinieron al pensamiento. Sin embargo, pasadas unas horas, me quedo tranquilo por varios motivos. En primer lugar la satisfacción del deber cumplido y correspondido y por otro la comprobación del afecto que, aún sabiendo que existía, mucha gente te corroboró.

Me siento triste. Apenado y dolorido porque no te merecías este final ni en este tiempo. Todavía tenías ganas de hacer muchas cosas. La Bici, el camino de Santiago, por cuarta vez, y como no, ver crecer a tus nietos. Ahora todo se ha roto y tendremos que aprender a caminar sin tu compañía, pero no será lo mismo y aunque lo hagamos los tiempos que tenemos, que nos quedan y que vamos a intentar disfrutar con tu recuerdo, no van a ser iguales.

Gracias por todo Paco. Por tu generosidad, por tu bondad, por tu interés en tantas y tantas cosas particulares y familiares, por las discusiones que nos acercaban aún más y, también por los silencios que compartimos y en los que la ausencia de palabras decían más que una sarta de voces vanas. Hasta siempre.

             

Nuestros pies en lo alto de la torre campanario de Florencia durante el viaje que hicimos A Italia


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