Si para esto es importante, imagínate para lo demás.
Todos tenemos nuestro “ego”. Yo el mío y tú el tuyo. Mi vecina el suyo y su marido también el suyo, no el de su mujer, sino igual que su esposa el suyo propio, de la misma manera que cada uno de sus hijos, ya mayorcitos, tienen cada uno el que les corresponde. Ni más, ni menos. Pero, cuando estamos en una colectividad deberían suavizarse para que predominara una visión general y no el del líder del grupo que muchas veces tiene un ego menor que el de cualquiera o de algunos que forman parte del grupo o de la colectividad y, en ocasiones, ahí está el problema convertido en menosprecio, rencores y envidias. Con “ego” supino podemos encontrar a mucha gente. En todas las profesiones. En todos los ámbitos de la sociedad. En todos los países. En todas las religiones, e incluso, en las administraciones públicas, en los grupos políticos y, hasta, en el propio gobierno. Los hay a quienes su “ego”, con motivo o no, se les ha subido a la cabeza. Bien porque es entrenador de uno u otr...