Ida y venida a Valencia
Hace unos días fui a
Valencia en tren por motivos de trabajo y durante el trayecto de ida y vuelta
me di cuenta de algunos detalles que indican que el tiempo va transcurriendo, a
veces más lento y a veces más rápido, pero que su tic …. Tac…. Continúa sin
cesar marcando los días y las noches de nuestro transcurrir individual.
Previamente a desplazarme
hasta la estación me compré el periódico para enterarme de las noticias, pocas
agradables, que llenaban de letras las hojas del diario informativo. Que si la
dimisión del ministro de cultura, que si el cese del entrenador de la selección
española, que si el “Aquarius”, no la bebida isotónica, sino el barco con
centenares de migrantes, etc.
El viaje transcurrió sin
apercibirme de muchas cosas, pero al volver me senté en un asiento y me saqué
el periódico y, de inmediato, me percaté que era el único que estaba leyendo en
papel de todo el vagón, el resto, la cuarentena de personas que pudiera haber
en el mismo, estaban todos enfrascados con el teléfono móvil, viendo sus whats,
en Instagram o consultado cualquier cosa con ellos. El único papel que había en
el vagón era el que yo tenía en las manos leyendo.
Este acto me llevó a
darme cuenta del cambio de actitudes y de aptitudes frente a lo nuevo, lo
actual y hacia donde caminamos en el periodismo y, por supuesto en mi
posicionamiento ante muchas cosas. Seguramente, algunos me verían como un
ejemplar raro que lee el periódico en papel, pero que le vamos a hacer, hay
costumbres que se cogen de joven y que perduran con el tiempo cuando te vas
haciendo mayor, pero no se preocupen, no me sabe mal.
En la estación del
Cabañal entraron cuatro personas y se sentaron a mi lado, una enfrente, otra a
mi lado y otras dos de forma perpendicular al otro lado del tren. Sus caras me
sonaban, me resultaban familiares, dos de ellas y una tercera de una mujer que
su rostro me resultaba muy familiar. De sus palabras y de sus gestos deduje que
eran un grupo musical y que por supuesto eran de flamenco, sin entrar en más
especialidades del cante.
El que estaba frente
a mí fue todo el viaje cantando por lo bajo, grabándose la voz en el móvil y
escuchando el resultado, a veces, por los gestos que hacía, yo deducía que le
gustaba, aunque otras no. A los dos minutos de viaje ya esperaba y deseaba que
se arrancara, sus palmas no paraban, sus pies tampoco y yo con el mismo deseo.
¡Arráncate ya coño! Decía para mis adentros. Pero no.
Cuando llegamos a la
estación de Nules estuve a punto de decirle “me queda una estación, arranca ya
que me apeo en la próxima”, no se lo dije y a lo único que me atreví fue a
desearles “mucha mierda” para su actuación cosa que ellos agradecieron entre
sonrisas. Luego me enteré que eran los hermanos Jacoba que actuaban en la Sala
Son de Lunares de Castellón y es por ello que su cara me sonaba, no porque
fueran a actuar a esa sala, sino porque les había visto en la televisión
actuando con diferentes interpretes, entre ellos, Paco de Lucía. https://www.youtube.com/watch?v=MrJNGI5AS9o
Nada, pues eso que la
lectura en papel se está terminando y sólo la usamos los que somos, ya, un poco
antiguos. A pesar de ello, estoy contento.
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