Hoy estoy dolido
Hoy,
tal y como me acosté ayer, me he levantado con el alma herida, con unos
sentimientos encontrados y con mucha rabia contenida para que mi boca no diga
lo que piensa mi cabeza.
Ayer
fue un día de triste balance. Una jornada luctuosa y digna de olvidar para una
memoria frágil que no debería permitir que lo ocurrido cayera en el olvido y
que esa, tan denostada memoria histórica, impidiera olvidar para no repetir los
mismos errores que esa, memoria histórica, está cometiendo.
Ayer
todos fuimos vejados, atropellados y, hasta un poco, asesinados por una serie
de fanáticos que, además de no conseguir nada, ni siquiera el paraíso, hacen
mucho daño a su propia sociedad, su propia cultura y a esa religión a la que
dicen servir en nombre de no sé quien, que les induce a hacer no sé qué, y que
les promete no sé cuanto.
Hoy,
además, estoy cabreado por muchas cosas. Por la injusticia de los hechos. Por
las personas fallecidas o heridas. Por sus familiares y amigos y por la
inocencia de unos seres humanos que estaban en un momento, en un lugar
determinado paseando con sus personas queridas y que ni se esperaban ni se
merecía que un descerebrado hiciera lo que hizo en nombre, repito, de no sé
quien.
Lo
aseguro. Estoy dolido conmigo mismo por la impotencia de una solución que, sin quererlo,
tendrá connotaciones negativas para todos, por unas cosas u otras y por qué lo ocurrido
deberá llevarnos a reflexionar sobre muchas cuestiones que todos vislumbramos y
que no nos atrevemos a decir para que no se nos tache de racismo, xenofobia u otros
apelativos que “la progresía” no quiere analizar con minuciosidad.
No
seré yo quien lo haga, pero es necesario reflexionar sobre lo que hemos hecho y
estamos haciendo y, sobre todo, sobre lo que estamos dispuestos a hacer y hasta
qué punto llegar para evitar nuevas situaciones complicadas.
Comentarios
Publicar un comentario