De esto último ya hemos tenido bastante

Pasados los meses de julio y agosto, las fiestas de la Misericòrdia y sin demasiadas esperanzas de que lleguen las lluvias por este terruño al que parece que le cubre un paraguas y que sólo deja pasar alguna que otra gotita por un poro que tiene en uno de los tajos de su cobertura, emprendemos la segunda mitad de septiembre, tal y como empezó la primera de este mismo mes que se caracteriza por el regreso a las aulas y la cuesta hasta el día de cobro, después de los excesos festivos, festivaleros y de la compra de material escolar.

En fin, eso, que nada ha cambiado y nosotros, me parece, que tampoco. Eso si, nuevamente han aparecido los que se quejan de las fiestas, del horario de los casales, de las actuaciones de la policía y otros temas similares, además de todos aquellos que no ven con buenos ojos que las carrozas de las reinas en la batalla de flores no fueran de “paperet”, eso sí, según creo, con comunicado oficial y todo; sin embargo, veo muchos intereses tras ese, supuesto, escrito. Nada, que a seguir quejándonos de todo y, como no, también de la gran cantidad de toros que han hecho.

Me comentaba mi amiga Rosa y otro amigo que anda escondido tras un objetivo fotográfico que, sin quejarse, podrían haber hecho más cosas y que el abanico de público y de actividades, sin lugar a dudas, hubiera sido más extenso. No ha habido actuaciones teatrales o folclóricas, ni actuaciones musicales de relevancia o al menos que pusieran una nota diferente a unos festejos que, cada vez más, requieren de imaginación e ilusión. Las actividades culturales se han circunscrito a las exposiciones de la Mercé y escaso más y no es por qué la gente no lo demande, es que no se ofrece el producto, ni la oportunidad.

De todas formas en nada se diferencian de las de hace un año, ni de las de hace cinco, ni de las de hace diez, eso, que hace mucho tiempo que se copian, más o menos, un programa de actividades en las que todo gira alrededor del toro, lo mismo pasa con la de las fallas, que todo gira alrededor del monumento y si no fuera por la imaginación de los artistas, esta, la imaginación, también brillaría por su ausencia.

Se oyen tambores de confluencias festivas, especialmente en fallas, entre la Federació y la Junta Local Fallera, pero también se ven muchos intereses de algunos que pretenden lucir su fajín y su porte en los actos sin que, ni hayan demostrado nada en sus respectivas fallas, ni da la sensación que pretendan colaborar, sólo quieren figurar tras su “apartheid” de la comisión en que militan y es que hasta ese momento, el del apartheid, su interés había sido nulo y es que su feudo, en ese momento, lo tenían dominado.


Es indudable que las fiestas de Burriana, unas y otras, requieren de una revisión profunda con el objetivo de hacerlas más populares y participativas; más atractivas para sus ciudadanos y visitantes y que sirvan de proyección al exterior de una población que requiere de eso de proyección y no de quejas; de ilusión y no de lamentos; de realidades y no de falsas ilusiones, de esto último ya hemos tenido bastante

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