Agradable reencuentro


Querida María Dolores:

Tras nuestro reencuentro de la pasada semana y con la llegada de SS.MM. he estado pensando aquello que comentamos sobre que pensábamos que el sistema había fracasado, de lo que trabajamos para que este fuera un país normal, sobre quienes nos han conducido a esto y sobre muchos otros temas de actualidad que nos llevaron a la conclusión que esto, nuestro sistema, requiere de un cambio imprescindible para que se pueda mejorar.

Después de aquel encuentro, he estado recapacitando en lo que charlamos, porque yo de vez en cuando intento pensar, y veo que quienes hicimos la transición, hemos sido los mismos que hemos traído esta situación y que si esperamos que quienes nos han inducido a esto, nos saquen de ello, estamos muy equivocados.

A veces me viene al pensamiento aquello de que “siempre existe una revolución pendiente” y al decir esto no quiero referirme que debamos salir a la calle con palos y armas, me refiero a que hay que cambiar el modelo y que quienes lo han producido, no pueden ser quienes nos saquen y es entonces cuando llega la pregunta ¿y entonces quien?

Gran pregunta de examen que no tiene una contestación fácil. Con la crisis de valores y de culturas existente; con el sálvese quien pueda como norma; con una clase política como la que tenemos; con una clase financiera como la que tenemos (a los bancos me refiero) y con otros sectores sociales y profesionales en grave situación de credibilidad, ¿quien es entonces el que nos va a sacar de esta?

La verdad, María Dolores, es que no lo sé y no estoy, en este ahora en el mejor momento para pensarlo y es que tras las fiestas, lo momentos bonitos de ellas, las largas sobremesas vividas y la mucha bebida destilada no estoy para pensarlo dado que ayer, justo el día de Reyes, después de ver la cabalgata organizada aquí, me pegó el bajón de la ilusión, de las ganas, del remontar una situación complicada y que requiere mucha dedicación, además de otras cosas, y es que como no me ha tocado la lotería, el cupón de la Once, ni otras historias  que se venden en quioscos y estancos, pues nada que sigo con los mismos problemas dado que si hubiese ocurrido lo contrario, que me hubiese tocado algo, entonces aquello “del pan con tortas”, otro gallo cantaría.

Tras estos días de desorden hormonal, volvemos a la normalidad, se reinicia el curso escolar, empieza la cuesta de enero que o mucho me equivoco o este año no será una cuesta, sino una escalada a una cima muy complicada de remontar pero que no tenemos más remedio, por no decir otra cosa, que rebasarla y esperar que febrero ese mes más corto del año pase rápido para en un abrir y cerrar de ojos llegue la primavera, que a todos nos altera, y con el día más largo podamos ver más luz, aunque no sé si está, la luz me refiero, sea la que anuncie el final del túnel. A mí me gustaría

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